Editan el 'libro-escándalo' sobre Córdoba
La editorial Almuzara ha publicado en español Babel en España, de John Haycraft, quien en 1953 llegó a Córdoba para abrir una academia de inglés, peripecia que contó en este libro publicado en Inglaterra en 1958 y que provocó escándalo en la ciudad y que no se le permitiera la entrada en España.
Lo más curioso es que, sólo unos meses antes de que a Haycraft se le retirara el pasaporte en Gibraltar y el escándalo saltara en Córdoba porque alguien con conocimientos de inglés adquiriera el libro en la madrileña Casa del Libro y propagara su contenido por la ciudad, el empresario y escritor inglés era propuesto en la ciudad como candidato al título de Hijo Adoptivo de Córdoba.
Además del prólogo que Gerald Brenan escribió para la edición inglesa, esta primera edición en español incluye como anexos los artículos que se escribieron en la prensa cordobesa contra el libro, y de tono airado, por parte de varios autores. Incluye igualmente el artículo que Haycraft publicó, también en la prensa cordobesa, en defensa de su obra, en el que recordaba que el gran crítico Cyril Connolly elogió su libro y dijo que del cuadro que ofrecía de Córdoba podía deducirse que "era superior a muchas ciudades inglesas".
Hoy, ante estas páginas, cuesta creer que pudieran ofender tanto, pero en la Córdoba de 1958 no debió de gustar que Haycraft transcribiera conversaciones con sus amigos -aunque les cambiara los nombres y sus profesiones, resultaron fácilmente identificables- ni que considerara meros prostíbulos los cabarés de la ciudad.
Tampoco debió de gustar cómo contó la reacción anti-inglesa por el cierre de la verja de Gibraltar (en el caso de Sevilla, cuenta que cuando los estudiantes falangistas tiraron naranjas contra el Instituto Británico, los ingleses se limitaron a abrir las ventanas para recoger la fruta y hacer luego mermelada) o los pacatos usos y costumbres de las jóvenes españolas de las clases media y alta.
Haycraft también dejó constancia de lo que le parecen extrañas inclinaciones intelectuales de los españoles, ya que no pocos de sus alumnos le declararon que nunca leerían a autores como Pío Baroja o Juan Ramón Jiménez por "no estar de acuerdo con sus opiniones".
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