"Latinoamérica no es un sueño, es violenta y convulsa"

La escritora Soledad Puértolas, miembro del jurado del Premio Planeta, describió Villa Diamante, la obra de Boris Izaguirre (Caracas, Venezuela, 1965) que quedó finalista en la entrega del galardón, como "un culebrón serio" tras conocerse el fallo. Enseguida matizó que lo decía con ánimo elogioso. A Izaguirre no le molesta la etiqueta. Todo lo contrario, pues en el libro trasciende las tribulaciones de los seriales lacrimógenos con un marco histórico convulso, ambientado en la dictadura venezolana de Marcos Pérez Jiménez, y un punto de partida que le da el contexto cultural, la casa que le tiene fascinado y que construyó en 1957 el arquitecto Gio Ponti en Caracas. "En los años cincuenta, fue la ciudad del futuro, un lugar emblemático de la riqueza, la novedad, la prosperidad...", explicó ayer.

La trama gira alrededor de dos hermanas, una bella y otra fea. "En realidad, la protagonista es la segunda, mi particular Betty, La Fea", añade. "En el libro es ella la que está empeñada en construir esa casa, como si fuera el legado que quiere dejar a la posteridad. Es una heroína melodramática tipo Joan Crawford. Pero aunque es un culebrón, en la novela hay mucha política y violencia. La trama acaba en 1989 con las revueltas populares, conocidas como el caracazo, contra las medidas económicas de Carlos Andrés Pérez. Pero me centro sobre todo en los años cincuenta". Una época que Izaguirre califica de "contradictoria". "Es el germen de la actual República Bolivariana de Venezuela, dominada por Hugo Chávez. En realidad, la estructura social y política era la misma que ahora".

Descarta que haya escrito una especie de "culebrón épico". "Las telenovelas no son épicas. Tratan de un mundo cotidiano, y todo pasa alrededor de muy pocos acontecimientos. Pese a ser tan denostada, la telenovela es el único fenómeno cultural que une a toda Latinoamérica. En este libro he querido agregar a eso la zozobra política permanente que se da ahí. En España se tiene una imagen romántica que no es real. Latinoamérica no es un sueño, es violenta y convulsa".

El autor, que pese a hacerse un traje a medida para la gala de entrega del premio asegura que no sabía que sería finalista, concluye que la suya "es una novela emocionante, porque está llena de sentimientos". El showman abre al fin la puerta del armario al literato. En definitiva, un Boris todavía inédito para muchos de sus admiradores. Un Boris, realmente, muy serio.