No tienen miedo a nada

Chicos de 10 a 17 años, magrebíes y subsaharianos, cuyas familias los han metido en frágiles botes de madera, desembarcan en las costas de Canarias tras horas o semanas en alta mar.

En 1994, cuando se abrió esta nueva puerta trasera a Europa, no eran muchos los que llegaban, casi siempre acompañados de padres o familiares. La tendencia cambió hace unos años y especialmente en 2006, cuando centenares de ellos llegaron solos.

Técnicamente no son inmigrantes, sino menores extranjeros no acompañados, y su tutela, guarda y custodia corresponde al Gobierno canario. Meses, incluso años después de aquella experiencia en alta mar, confiesan no haber sentido miedo, ni cuando se les acabó la comida y el agua, ni tras la avería de los renqueantes motores que los propulsaban, ni ahora, en los hogares donde viven, tres centros de emergencias gestionados por la ONG Mundo Nuevo.

"Cuando llegan, los chicos no hablan español, comen con las manos, muchos son analfabetos, jamás antes han cogido un bolígrafo, ni saben qué milagro produce que el agua salga de un grifo", expone Juan José Domínguez, director de Mundo Nuevo.

Cada uno recibe una bolsa con ropa y material para aprender. Adquirir hábitos de higiene diaria, saber hacer su cama, aprender a comer con cubiertos y expresarse con amabilidad y en español forman parte de sus obligaciones diarias.

El jueves llegó un cayuco a El Hierro. En él viajaban nueve menores. El viernes, otro más a Los Cristianos, con más chicos no acompañados. Y seguirán llegando más.