El pimpampum
La fiscal Olga Sánchez aguanta día tras día un ataque muy virulento y jamás visto en un juicio

El abogado llega, se sienta, le hace la pelota un poquito al tribunal, dice a continuación que su defendido es un alma cándida -¿cómo pudieron ustedes sospechar de un falsificador con cataratas?- y sin perder un minuto se mete en faena:
-Con todos mis respetos, la señora fiscal actuó sibilinamente.
Ya está. Pasen y vean. Son las diez de la mañana y el espectáculo no ha hecho más que empezar. Un euro, tres pelotazos. El pimpampum. La atracción más vieja de la feria. Se trata de acertar en la diana y llevarse un entrañable perrito piloto.
-Con todos mis respetos, la señora fiscal...
Más leña. La fiscal sostiene la mirada del abogado. Por una de las pantallas gigantes de la sala se percata de que la cámara la está enfocando. Pone cara de póquer. Pero en cuanto el realizador cambia de plano baja la cabeza, escribe algo, vuelve a mascar chicle. Zougam se desternilla en su rincón. Quiere más. Necesita más. Así un día y otro desde hace siete sesiones. Desde aquel día tan señalado, martes 12 de junio, en que la fiscal Olga Sánchez intentó defenderse de los ataques sufridos durante la instrucción y el juez Gómez Bermúdez le cortó el micrófono de un tajo. Aquel gesto fue la frontera. Su turno acabó y empezó el de los abogados. A partir de entonces, barra libre. Contados han sido los defensores que no han sucumbido al siempre tentador pimpampum. ¿No les apetece probar suerte?
Sesión 55. La mañana no promete demasiado. De hecho, hasta las 11.30 el patio de butacas está casi vacío. Los abogados que se subirán al estrado tendrán que defender a delincuentes de segunda línea, un falsificador operado de cataratas, un chorizo de Avilés hasta la coronilla de cocaína y con una deuda pendiente con el mafioso local. Ya al final de la mañana y al principio de la tarde les llegará el turno a los letrados de los supuestos ideólogos. Pero da igual. La táctica es la misma. Leña a la fiscal. Dicen los que entienden de juicios y macrojuicios que el del 11-M, en tantas cosas distinto, lo es también en esto. Es lógico, razonable y hasta saludable que los abogados defensores, en su legítimo fin de salvar el gaznate de sus clientes, busquen los fallos de la instrucción y ataquen por donde les venga bien. Pero también dicen que nunca de forma tan feroz, nunca trufando los ataques profesionales con los insultos personales, nunca espoleados por un coro mediático que ha basado en el ataque al juez Del Olmo y a la fiscal Sánchez sus desvaríos conspirativos.
-Con todos mis respetos, la señora fiscal...
Cada vez que el abogado dice con todos mis respetos, Zougam en su rincón se frota las manos. Y, entre el público, dos o tres individuos de la extrema derecha -su quincalla no deja lugar a dudas- también celebran cada ataque con sonrisas y carantoñas para desesperación de las víctimas, que nunca -y este sí que es un misterio del 11-M- han respondido a la provocación continua.
Durante la mayor parte del juicio, pero sobre todo en los días principales, la fiscal Sánchez ha estado acompañada. Unas veces por el fiscal jefe, Javier Zaragoza, y casi siempre por el también fiscal Carlos Bautista. Pero ahora, en estos días tan duros, Olga Sánchez asiste al juicio sola. Desde las diez de la mañana hasta bien entrada la tarde, la fiscal que aquella mañana de hace tres años descendió por la escalera mecánica de la estación de Atocha escucha todo tipo de ataques, también -o sobre todo- en boca de los abogados de algunas acusaciones...
Pero no hay que dejarse llevar por sentimentalismos. Ya no hay mucho tiempo y Zougam quiere más en su rincón. Un euro, tres pelotazos. Lo nunca visto en un juicio. El juego del pimpampun.

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