Tres detenidos en Barcelona por el envío de radicales a campos de Al Qaeda en el Sahel
Terroristas relacionados con la red perpetraron los ataques suicidas del 11 de abril en Argel

La policía detuvo ayer en Barcelona a tres marroquíes acusados de captar y adoctrinar a jóvenes islamistas para enviarlos a los campos de entrenamiento móviles de Al Qaeda en la franja africana del Sahel. Los arrestos fueron efectuados a petición de Marruecos, país que los acusa de "pertenencia a asociación ilícita para la preparación y comisión de actos terroristas". La operación confirma a Barcelona como un importante centro de reclutamiento de terroristas salafistas para la organización Al Qaeda para las Tierras del Magreb Islámico, considerada la mayor amenaza terrorista para la Europa mediterránea.
La operación comenzó a las 5.45 en la calle Casals y Cubero con la detención de Mohamed Laksir (Tánger, 23 años). A las 7.25, agentes de la Comisaría General de Información y de la Brigada de Información de Barcelona abordaban en la calle Hospital a Moulay Lahoucine Miftah Idrissi (Maknoune, 27 años. El tercer arresto se ejecutó a las 14.20 en la calle Camí de la Cadena: era Mohamed Akazim (Amazyou, 32 años).
Los detenidos, según las autoridades de Marruecos, realizaban "labores de captación, reclutamiento, proselitismo y adoctrinamiento en la enseñanza radical de los preceptos islámicos". Los acólitos eran enviados al Sahel, para "formarse en el manejo de armas de fuego y fabricación de artefactos explosivos para poder llevar a cabo atentados terroristas".
Los arrestos son fruto de una investigación que arrancó en Marruecos en diciembre de 2005, y en la que también ha colaborado el CNI, tras el desmantelamiento de una estructura del Grupo Salafista de Predicación y el Combate (GSPC). Las pesquisas permitieron detener en Barcelona a varios islamistas que fueron acusados de ayudar a la fuga de implicados en el 11-M y de facilitar el viaje a Irak de, entre otros, Belgacem Bellil, el suicida que asesinó a 19 italianos y nueve iraquíes en Nasiriya (Irak), 12 de noviembre de 2003.
La investigación llevó a identificar a tres supuestos integrantes de esa red que habían pasado por España: Mohamed Aberrada, detenido en enero de 2006 en Alhaurín de la Torre (Málaga); Abdelatif Bouzerda, Rachid, arrestado en la frontera sur marroquí, y Tayyeb Ould Saleck, Sohaib, ahora preso en Mauritania. Los ahora detenidos retomaron la labor de éstos.
Todos están acusados de pertenecer al GSPC, que desde enero, tras fusionarse con los grupos islamistas marroquí, libio y tunecino, se llama Al Qaeda para la Yihad en las Tierras del Magreb Islámico y cuenta con campos de entrenamiento móviles en la franja del Sahel. Ésta va de Mauritania a Eritrea (cuatro millones de kilómetros cuadrados). Terroristas suicidas entrenados ahí perpetraron los atentados del 11 de abril en Argel. Por ello, esos campos y esa red son "una amenaza para la seguridad internacional muy importante", por su alta cualificación terrorista.
Esta misma semana, el secretario de Estado de Seguridad, Antonio Camacho, propuso en Bruselas a sus colegas de la UE un plan europeo para mejorar la seguridad en África, "especialmente en el Magreb y el Sahel", donde se mueven grupos que son "una verdadera amenaza para la seguridad en Europa". Y España sabe de eso. En tres años han sido desarticuladas, fundamentalmente en Barcelona, tres redes de reclutamiento de islamistas. Una de estas redes, desmontada en febrero, envió a Irak y el Sahel a 35 yihadistas. Desde el 11-M han sido detenidos en España 330 supuestos islamistas, tres decenas de ellos ligados al GSPC.


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