Abu Dahdah condena el 11-M pero lo vincula al odio que generó la guerra de Irak
El testimonio de Imad Eddin Barakat Yarkas, Abu Dahdah, había generado expectativas en el juicio. Pero, salvo por una frase, resultó decepcionante. El jefe de la célula española de Al Qaeda, que en esa sala fue condenado a 27 años de cárcel en 2005 (el Supremo la rebajó a 12 años) condenó el 11-M, que consideró "inadmisible". Sin embargo, añadió: "Pero no me extrañó que pasara, por la guerra de Irak, porque el abuso en nuestras naciones genera odio".
El islamista negó tener la menor idea, salvo por lo que ha leído en la prensa, de qué son las Brigadas Abu Haf Masri (que hizo la primera reivindicación dudosa de los atentados), el Grupo Islámico Combatiente Marroquí (el GICM, al que inicialmente se adjudicaron) o quién es Abu Dujana (en cuyo nombre se reivindicó la matanza). "Es que Abu Dujana hay muchos, incluso un cantante se llama así", declaró.
Abu Dahdah admitió conocer a Jamal Zougam y Mohanad Almallah, al primero porque le vendía "frutas de semilla oriental" para su tienda de la calle del Tribulete, y al segundo porque creía recordar que le "había arreglado una lavadora". Del resto de procesados o suicidas dijo no tener la menor idea, salvo de El Tunecino, a quien reconoció tras ver su foto en televisión como un habitual en la mezquita de la M-30.
El testigo subrayó que tanto para sus "principios" como para "la doctrina del Islam" está "prohibido, es inadmisible que se asesine a niños, ancianos". Pero fue a renglón seguido cuando añadió: "No se pueden hacer esas cosas, pero no me extrañaba que pasara por la guerra de Irak, porque en nuestra cultura el abuso en nuestras naciones genera odio". Abu Dahdah explicó que, a su juicio, el atentado podría ser obra de los seguidores de la corriente herética Takfir wal Hijra (Anatema y Exilio), que hacen una "interpretación prohibida del islam". Barakat reconoció que no tenía datos para avalar esa hipótesis y que no tenía "ninguna relación con seguidores de esa corriente.
Barakat Yardas admitió que durante uno de sus viajes al Reino Unido había conocido al clérigo radical residente en Londres Abu Qutada, quien es considerado uno de los referentes europeos de la corriente salafista.
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