El Valencia juega con fuego

Al Valencia, que llegó hilarante y satisfecho, feliz de haberse conocido, henchido por sus cuatro victorias consecutivas en la Liga, casi se le fundieron los plomos en Getafe. Villa tuvo que acudir en su ayuda desde el banquillo, y trazar una combinación de vértigo con Silva, que marcó un zurdazo en el último minuto. Hasta entonces, el juego del cuadro de Quique, como el del Barcelona días antes, estuvo falto de chicha. Lo evidenció, nada más empezar el duelo, la pareja de centrales: Albiol, de regreso a sus orígenes, y Ayala, con el ceño fruncido por el contrato que le niega el presidente, se tragaron un centro bombeado de David Cortés. Paunovic acudió al quite y cabeceó el balón a la red, beneficiado por la salida en falso de Butelle.

Morientes, con la excepción de Miguel, que convirtió el carril derecho en una autopista a su merced, fue el único que buscó las cosquillas a Luis García. El goleador cruzó en exceso la pelota en la mejor ocasión valencianista. No pudo ser y una remesa de zagueros salvó la ocasión. No dio esa impresión en el arco visitante. Butelle estuvo ansioso y no transmitió seguridad. El nerviosismo se contagió a la defensa, que lanzó más de una tarascada a Verpakovskis.

Villa se presentó con una zancada igual de rápida que la de El cohete de Riga. Sin El Guaje, el Valencia a punto estuvo de que se le fundieran los plomos.