La prueba del nueve

Entre otras cosas, las elecciones del 1 de noviembre darán la razón o se la quitarán a quienes desde 1980 han sostenido que los socialistas catalanes perdían las elecciones autonómicas porque acudían a ellas con candidatos a la presidencia de la Generalitat de extracción social burguesa y catalanista que no conectaban con el electorado que vota al PSOE en las elecciones legislativas.

Los defensores de esta posición han sostenido siempre que otro gallo le habría cantado a CiU durante la época dorada de Jordi Pujol si el PSC hubiera presentado contra él a un candidato procedente de la emigración andaluza. Se entiende por tal una figura representativa del socialismo español obrerista y sentimentalmente identificado por tradición cultural con el PSOE. Era la contraposición entre "el socialismo de Sant Gervasi", por el barrio de Barcelona en que residen Pasqual Maragall y algún otro dirigente del PSC, y lo que se define en ocasiones como el "electorado PSOE".

La base de esta teoría es la menor participación que se registra históricamente en las elecciones autonómicas en comparación con las legislativas. Si todos los electores que desde 1977 han dado la victoria a los socialistas en todas las elecciones legislativas votaran también en las autonómicas, el resultado a su favor estaría cantado.

Los imprevistos giros de la política han provocado que, sin buscarlo, el PSC acuda ahora a las elecciones con un candidato que presenta justamente el perfil anhelado por los defensores de esta teoría. Un José Montilla nacido en la provincia de Córdoba en un medio humilde, afincado en su juventud en una ciudad obrera del área metropolitana de Barcelona, tan perfectamente identificado con el PSOE como pueda serlo un miembro de su gobierno.

Además, no es sólo el José Montilla ex alcalde de Cornellà de Llobregat. Es también la número tres de su candidatura, Manuela de Madre, que ganó la alcaldía de Santa Coloma de Gramenet reivindicándose como emigrante andaluza llegada de muy jovencita a la estación de Francia con su maleta de cartón en pos del sueño catalán. Y es también, tanto como estas figuras, que ahora, por vez primera desde su fundación en 1978, el PSC ya no es el partido dirigido por universitarios catalanistas de extracción social mesocrática o burguesa. Es un partido dirigido por un tipo de políticos de los que Montilla es también representación muy expresiva. Forjados en el poder municipal, dedicados durante décadas al control del aparato del partido, tesoneros gestores de lo cotidiano, alejados de toda veleidad teórica.

Las elecciones del día 1 serán la primera confrontación de esta teoría con la realidad. La prueba del nueve. Lo dirán los porcentajes de participación en L'Hospitalet, Badalona, Cornellà, Sabadell, etcétera.