El efecto político del abaratamiento de la factura energética

El abaratamiento de la factura energética tiene una consecuencia política que no pasa inadvertida a poco más de un mes de que se celebren en Estados Unidos las elecciones legislativas para el control del Congreso. Y es que, como revelan las encuestas, la caída en el precio de la gasolina está teniendo un impacto evidente en los índices de popularidad del presidente Bush, más positivo que cualquier iniciativa que pueda lanzar el actual inquilino de la Casa Blanca. Y aun cuando la gasolina se paga un 70% más cara que hace tres otoños.

El precio a pie de manguera está estos días en torno a una media de 2,38 dólares el galón (3,8 litros), su nivel más bajo desde marzo de este mismo año, lo que representa una caída del 20% en menos de un mes. A finales de agosto, el mismo galón se pagaba a más de tres dólares. Y todo indica que seguirán bajando hasta los dos dólares en otoño, un precio consistente, con 55 dólares el barril. Las estadísticas muestran que hay una relación entre la recuperación en los índices de popularidad de Bush y el descenso en el precio del combustible, según Gallup. Y viceversa.

Esta relación popularidad-petróleo no era tan evidente con su predecesor, Bill Clinton, ni siquiera con su padre. El argumento de la amenaza terrorista en el debate político suele dar puntos al comandante en jefe, pero la caída en el precio de la gasolina se percibe entre los electores como un mejor control de la economía desde el Despacho Oval, sobre todo cuando las riendas las lleva un hombre de la industria petrolera. Así, el 42% de los encuestados cree que Bush y la Casa Blanca están manipulando el precio del combustible con vistas a las elecciones de otoño, aunque no tengan el poder para hacerlo.