Es Hezbolá contra Israel y Líbano
Muchas veces ha criticado el movimiento pacifista israelí las operaciones militares de su país. Hoy no. En esta ocasión, no se trata de una batalla por la expansión y la colonización israelí. No hay un territorio libanés ocupado por Israel. Ninguno de los dos bandos tiene reivindicaciones territoriales.
El miércoles de la semana pasada, Hezbolá emprendió un ataque cruel y no provocado contra el territorio israelí que constituía también un ataque contra la autoridad y la integridad del Gobierno libanés democráticamente elegido, puesto que, al atacar Israel, Hezbolá estaba apropiándose de la prerrogativa del Gobierno de controlar su territorio y tomar decisiones sobre la paz y la guerra.
El movimiento pacifista israelí se opone a la ocupación y colonización de Cisjordania. Se opuso a la invasión israelí de Líbano en 1982 porque era una operación que pretendía apartar la atención mundial del problema palestino.
Esta vez, Israel no está invadiendo Líbano. Está defendiéndose del acoso y el bombardeo diario de docenas de nuestros pueblos y ciudades y, para ello, está intentando aplastar a Hezbolá en sus escondites.
El movimiento pacifista israelí debe apoyar lo que no es más que un intento israelí de defenderse mientras sus operaciones estén dirigidas fundamentalmente contra Hezbolá y respeten, en la medida de lo posible, a la población civil libanesa (una tarea no siempre fácil, porque, muchas veces, los lanzamisiles de Hezbolá emplean a civiles libaneses como sacos terreros).
Los cohetes de Hezbolá proceden de Irán y Siria, dos países que son enemigos acérrimos de cualquier iniciativa de paz en Oriente Próximo. No se puede equiparar moralmente a Hezbolá e Israel. Hezbolá apunta contra ciudadanos israelíes estén donde estén, mientras que Israel ataca fundamentalmente a Hezbolá.
Las sombras siniestras de Irán, Siria y el fanatismo islámico se ciernen sobre los pueblos y ciudades que humean a ambos lados de la frontera entre Líbano e Israel y, al mismo tiempo, están aplastando a la sociedad civil libanesa, que acababa de liberarse, gracias a una lucha heroica, de años de colonización siria.
La verdadera batalla que se libra en estos momentos no está produciéndose, ni mucho menos, entre Beirut y Haifa, sino entre una coalición de naciones que buscan la paz -Israel, Líbano, Egipto, Jordania, Arabia Saudí- y el islam fanático, alimentado por Irán y Siria.
Si, como esperamos todos en Israel -tanto los halcones como las palomas-, la derrota de Hezbolá está cerca, los vencedores serán Israel y Líbano. Es más, es posible que la derrota de una organización terrorista islamista multiplique las posibilidades de paz en la región.
Amos Oz es escritor israelí. © Amos Oz 2006. Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.
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