El líder del PSC reclama del partido un esfuerzo para preservar su legado

Consciente de los claroscuros que ha presentado su gestión, Pasqual Maragall pidió ayer a su partido que se esfuerce en preservar el legado del tripartito y la "nueva manera de gobernar" que ha distinguido sus casi tres años al frente de la Generalitat. Maragall eligió la sesión parlamentaria de control al Gobierno, la penúltima de su mandato, para verbalizar esta petición, en un debate con tintes de despedida y que todos los partidos aprovecharon para elogiar su figura y la labor realizada en favor del nuevo Estatuto.

Los parlamentarios sabían que se trataba de una sesión excepcional en la que debían aparcar sus diferencias partidistas y ofrecer un acto de reconocimiento al presidente, que en la víspera había anunciado que no optaría a la reelección. Tan sólo el popular Josep Piqué se permitió afearle su gestión. Eso sí, en un tono exquisito y después de transmitirle su "respeto personal e institucional".

Maragall expresó su deseo de no ser recordado tan sólo como el alcalde de los Juegos Olímpicos y el presidente del Estatuto, sino también como la persona que inauguró "un nuevo gobierno, una nueva manera de gobernar y con una ilusión que se había ido perdiendo". "Pido al PSC", dijo, "al partido en el que milito con satisfacción desde hace muchos años aunque muchos no lo entiendan, que se esfuerce por garantizar que esta realidad, esta verdad, no se pierda".

A continuación, recordó que el PSC ganó las dos últimas autonómicas en número de votos y repitió, tal como le rogó por la mañana a José Luis Rodríguez Zapatero, que nunca se identifique Cataluña con algún partido, lo que despertó una ovación desde la bancada socialista.

Algunos grupos interpretaron las palabras de Maragall como un deseo de reedición del tripartito, después de que en Madrid manifestara su rechazo a que un Gobierno de CiU despliegue el Estatuto. Pero lo cierto es que el líder de ERC, Josep Lluís Carod, le interrogó sobre si era partidario de repetir la fórmula de izquierdas. Y Maragall esquivó la pregunta.