El tiempo de las cigüeñas

Si hay una especie de la avifauna silvestre próxima a la vida urbana y humana, no cabe duda de que esa es la cigüeña blanca. Refranes como "por San Blas, la cigüeña verás" señalan a febrero como el mes en que comienza a llegar a la Península, tras haber pasado el invierno en zonas más cálidas del continente africano. Aunque los tiempos han cambiado: la gran zancuda se ha hecho más sedentaria y muchos ejemplares deciden no moverse en invierno. Viajeras o no, la mayoría ya han llegado a sus lugares de nidificación (siempre los mismos) hace algunas semanas, procedentes de sus balnearios invernales. Los machos llegan primero y acogen a cualquier hembra que se presente antes que su compañera estable; el problema viene cuando ésta llega y quiere ocupar su nido. Esto provoca no pocos revuelos y conflictos, que acabarán en verdaderas peleas entre las hembras, hasta conseguir echar a la intrusa.

500 kilos de nido

Tras el reencuentro de la pareja, dedicarán sus esfuerzos a acicalar los nidos, que pueden llegar a pesar media tonelada, enfrascadas a su vez las parejas en lances amorosos, vuelos de cortejo y cópulas. Realizan un castañeteo rítmico con los picos denominado crotoreo, que resuena incesante en las colonias de cría, a modo de parloteo de reconocimiento. También se dedican a alimentarse por las zonas húmedas de los alrededores, con la captura de peces, ranas, insectos, ratones o basura, siendo constantes las idas y venidas. Después de realizar las puestas, que constarán de entre dos y cuatro huevos, llega el momento de la incubación (32-34 días), la eclosión de los huevos, la alimentación de los pollos y las primeras incursiones aéreas de los nuevos cigoñinos.

Las cigüeñas blancas se distribuyen fundamentalmente por la mitad occidental de la península Ibérica y el valle del Ebro. El caso más notable es el de la localidad riojana de Alfaro, cuya iglesia colegiata de San Miguel sustenta la mayor colonia urbana de cigüeñas blancas en el mundo; en su tejado repleto de pináculos, cornisas, torres y repisas se asienta casi un centenar de nidos. Ver los cielos de Alfaro pintados por los plumajes blanquinegros de medio millar de ejemplares es una experiencia inolvidable.

Con cerca de 8.000 parejas, Extremadura alberga la mayor población de España. En la provincia de Cáceres destacan poblaciones como El Gordo, Alcántara, Garrovillas o Malpartida, además del monumento natural de Los Barruecos (a 15 kilómetros de Cáceres), cuyos enormes bolos graníticos son coronados por varias decenas de nidos. En Badajoz destacan las localidades de Zafra, Llerena, Jerez de los Caballeros o Fregenal de la Sierra. En Madrid, valen la pena las fresnedas de Guadalix de la Sierra, donde los nidos se asientan sobre las horquillas de los fresnos podados, en los prados ganaderos.

Información: www.iturnet.es/alfaro/.www.aytoalfaro.org.www.turismoextremadura.com