Actores, cámaras y guionistas

Del taller de documental, impartido por Isadora Guardia y Eduardo Alonso en el centro penitenciario de Picassent, nació Piezas, o una parte de mi ser, un documental hecho a través de pequeñas historias. Como la de Álex. Desde un sobrecogedor plano medio se dirige al espectador para hablar de él, de las drogas, especialmente de la cocaína, que le llevó a cometer latrocinios "sin sangre" por los que le han caído 28 años. Se pregunta si la condena inapelable es "reinserción o castigo". Dice que el 85% de los internos están encerrados por las drogas, que recomienda no probar.

Josefa lleva sólo dos meses allí. No entiende cómo ha llegado y siente unos deseos incoercibles de libertad y de volver con su marido. Dani y Mario demuestran la importancia de tener un amigo para despachar la rutina en prisión. El documental también ilustra la importancia de la identidad entre rejas, a través de la conversación de unos gitanos y de algunos inmigrantes.

"Una tarea esencial era hacerles creer que eran alumnos y no presos, que conmigo el trato y la relación tenía que ser lo más parecido a los alumnos de la universidad", señala Isadora, la profesora de 31 años, que la primera vez que entró en el penal no pudo vencer los prejuicios. Aunque desaparecieron después del primer día: "Era un grupo muy majo y muy respetuoso", de ahí que se permitiera incluir en el documental un primer plano de su trasero grabado por los internos. "No era nada sucio. Me resultó gracioso".

Primero se abordó los diversos tipos de documentales; luego empezaron con el lenguaje cinematográfico y con el verdadero trabajo: el rodaje. Había que coordinar a quince personas teniendo un día por historia con imprevistos ajenos a un convencional rodaje como las salidas al juez.