Los observadores dan el visto bueno a los comicios de Irak
El recuento de votos comienza en medio de grandes medidas de seguridad

Husam aprovechó ayer para reunirse a charlar y tomar té con sus amigos. Aún bajo la resaca electoral, con el tráfico paralizado y todas las oficinas gubernamentales cerradas, no tenía sentido abrir su pequeña tienda de cosméticos. "Veremos qué pasa. Esto no significa el fin automático de la violencia", reflexionó mientras en un colegio electoral cercano se terminaba el primer recuento de los votos. Por si alguien lo dudaba, los insurgentes dispararon cinco obuses de mortero que sacudieron el centro de Bagdad.
"El arqueo de votos se inició ayer nada más cerrarse los colegios electorales, a las seis de la tarde", informó el presidente de la Comisión Electoral, Abdul Husein al Hindaui. A diferencia de enero, cuando se centralizó el recuento en Bagdad, cada colegio enviará el resultado a la delegación provincial de ese organismo y desde allí se trasladará todo el material al centro de recuento instalado en la sede de la Comisión, dentro de la Zona Verde, para su control y tabulación.
"Este sistema reduce las posibilidades de fraude", estimaba una experta electoral europea que asesora al comité iraquí. La Misión Internacional para las Elecciones Iraquíes dio ayer sus bendiciones a los comicios al considerar que se habían realizado "de acuerdo con los estándares internacionales". Sin embargo, motivos de seguridad impidieron que los cerca de 800 observadores internacionales acreditados pudieran ejercer su labor fuera de la Zona Verde.
Al Hindaui también minimizó los incidentes, tanto técnicos como de seguridad, y calificó la jornada del jueves como "un gran logro de los iraquíes". En parecidos términos se expresaron la mayoría de los dirigentes políticos. Pero a nadie se le escapaba que lo más difícil está por venir. Y no se trata de la complicada distribución de escaños que establece la nueva ley electoral, sino de los equilibrios políticos que va a requerir la formación de Gobierno si, como todo el mundo espera, el voto ha vuelto a concentrarse en torno a líneas comunitarias. El requisito constitucional de que el Gabinete sea respaldado por dos tercios del Parlamento, obligará a pactar.
El reparto de escaños es un reflejo del delicado sistema de contrapesos que se ha fijado para que nadie quede sin representación. Así, 230 de los 275 asientos de la Cámara se han distribuido entre las 18 provincias de acuerdo con su población y se atribuirán a las listas más votadas en cada provincia. Los otros 45 compensarán a los grupos que no hayan obtenido representación provincial y a los más votados. En el primer caso, para conseguir un diputado la lista tiene que haber obtenido a nivel nacional una cifra igual o superior a la división del total de votos emitidos entre 275. En el segundo, el umbral se establece dividiendo el total de votos emitidos entre los escaños restantes, lo que beneficiará a las listas más votadas.
Pero la preocupación de Husam y del resto de los iraquíes sigue siendo la inseguridad. De momento, los insurgentes iraquíes ya han dado por concluida la tregua electoral. "Mientras dure la ocupación, continuaremos nuestra lucha armada", anunció ayer a la agencia Reuters en Faluya un líder guerrillero local, identificado como Abu Muyasir.
Mientras tanto, las informaciones sobre la supuesta captura y liberación del líder de Al Qaeda en Irak, Abu Musab al Zarqaui, no hacen sino agrandar su leyenda. Ayer, el viceministro del Interior iraquí responsable de los servicios secretos, el general Husein Kamel, declaró en la CNN que sus hombres le habían capturado el año pasado, pero le habían dejado en libertad al no haber sabido quién era. Un portavoz militar estadounidense respondió con un poco comprometido "es posible". Kamel no facilitó más datos.
En enero, Newsweek ya informó de que un fallido terrorista suicida saudí había declarado a sus interrogadores que la policía iraquí había capturado a Al Zarqaui en octubre, pero que le habían liberado poco después. Fuentes militares norteamericanas confirmaron posteriormente la historia, aunque no pudieron precisar si su puesta en libertad había sido un error o porque los policías simpatizaban con su causa.

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