Gainsbourg

París ha convertido a sus principales muertos en una atracción turística, acaso como una muestra más de que la ciudad es el más completo parque temático del universo. Centenares de visitantes se hacinan a diario bajo la cúpula de Los Inválidos para fotografiarse ante el sarcófago de Napoleón, o guardan largas colas para acceder al Panteón y contemplar las losas que lacran las sepulturas de Voltaire, Rousseau o Jaurès como si se tratara de las piezas del Louvre. También se podrían pasar varios días sumido en la amenidad de cualquiera de los cementerios parisinos, que aglutinan más referencias culturales que muchos museos, aunque al fin y al cabo los cementerios, como las ciudades o los museos, sólo son lo que uno lleva dentro, el propio reflejo. Quizá por eso, la deriva de la resaca metafísica de aquella ola irresoluta que iba y venía entre los riñones de la isla desnuda de Jane Birkin, me ha traído hasta el cementerio de Montparnasse, donde he quedado varado ante la tumba del cantante maldito Serge Gainsbourg, un feroz fumador de Gitanes al que Mitterrand definió en su entierro como "nuestro Baudelaire". La corriente tendría que haberme llevado hasta el mausoleo de Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir, y babeando por esa ortodoxa ruta quizá podría llegar a ser miembro del Consell Valencià de Cultura, sin embargo mi instinto canalla me ha desviado hacia Gainsbourg, un tipo más coherente que esa pareja de escritores humanamente tan míseros, cuyo hedonismo cínico derivó hacia un erotismo herrumbroso y extorsionador que terminó por sustanciar un desfase entre su personalidad y la altura de su obra (su estatua). Gainsbourg también fue un sinvergüenza, pero no convirtió en doctrina la fatalidad del hombre ni quiso salvar a nadie -ni siquiera se salvó él- a costa del resto. Aquí en este pozo negro de Montparnasse, junto a sus padres, acabó el viaje este judío ashkenaz que antes de destruirse a sí mismo cantó al estilo de la orilla derecha, transmitió maravillosas visiones en el interior de un vaso de agua de Seltz con las iniciales BB o creó el himno lúbrico Je t'aime, moi non plus, esa viagra en solfa y verbo que nos hizo más libres y alineó a dictadores y censores demócratas en el mismo bando.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma

Archivado En
Últimas noticias
¿Cómo funciona el sistema de papeletas? ¿Tiene responsabilidad el lotero? El procedimiento de Villamanín tras lo ocurrido con el Gordo
Pérez Llorca acusa al Gobierno de “bloquear” las obras para el barranco desbordado de Barxeta que salieron a licitación hace 10 días
El temporal dispara hasta el 82% las reservas de agua de las cuencas internas de Cataluña
Vídeos de ajedrez | Alan Pichot se resarce con mucho arte
Lo más visto
- Europa entra en estado de alerta ante la embestida estratégica de Trump
- La larga sombra del hijo único: China paga con una crisis demográfica su mayor experimento social
- Los grandes derrotados del Gordo de Navidad de Villamanín, 15 jóvenes de entre 18 y 25 años: “Hoy hemos perdido amigos”
- El giro del PP con Vox: de prometer no gobernar con la extrema derecha a normalizarlo tras el resultado en Extremadura
- ¿Qué pasa si uno solo de los ganadores del Gordo de Villamanín decide denunciar?




























































