Dizzy en la distancia

Amaneció la decimoctava sesión festivalera con una nueva muestra de excelente jazz austriaco. Esta vez el elegido fue el joven saxofonista Peter Natterer, músico de largo aliento y gusto ecléctico en cuyo jazz atípico hay su poquito de Sonny Rollins y su bastante de funk-bop, además del vals, porque se supone que es lo que debemos tocar. Su actuación densa y matizada fue más que un aperitivo antes de la llegada del plato principal, con John Faddis y los Dizzy Gillespie Alumni rindiéndole pleitesía al fallecido maestro de trompetistas. Nadie más propio para la labor. Faddis, trompetista de la tradición estratosférica de Cat Anderson, tiene metido dentro de sí a Gillespie, en su forma de tocar el instrumento, incluso en las chanzas que se gasta entre un número y otro. En Madrid tuvo a su cargo a una big band de ilustres, el trompetista Randy Brecker y el altista Antonio Hart entre ellos. Al frente de la misma se hallaba un trío de leyendas del jazz cuasi-octogenarias: el trombonista y arreglista Slide Hampton y los saxofonistas y flautistas Frank Wess y James Moody, especie de alter ego de Gillespie con quien formó pareja musical y cómica. Suyo fue el momento estelar de la velada: Moody's mood for love en versión semirapeada. Tampoco faltaron A Night in Tunisia y Things to come, la futurista pieza del año 1946. Y lo cierto es que la cosa transcurría con sus más y sus menos (algunos solistas escasamente motivados), hasta que salió a escena la "efervescente" Roberta Gambarini cantando Mañana de Carnaval. Entonces, la celebración en honor a Gillespie se convirtió en otra cosa, no se sabe el qué.