¡Cómo son
¡Ah, pobre Solbes!, gemía una dama de radio, en una emisora de la zona nacional, lamentando que ese ministro que tanto le gusta tuviera que mentir. ¿Mentía? Ella y sus circunstantes, y las otras emisoras de ellos, lo habían leído en su cara, sus gestos, su voz. Si no, este hombre tan sabio no defendería unos presupuestos imposibles. Y era que Esquerra le obligaba para darle su voto. Vaya por Dios, decían todos. Y los más agudos de entre ellos llegaban a conclusiones tan avanzadas como tontas: la coincidencia del debate de los presupuestos con el día en que La Caixa se apoderaba de Repsol, y echaba a Cortina, presidente de los nacionales, por Brufau: la extraordinaria empresa que ha llegado a extenderse por el mundo ha ido a parar ¡a manos catalanas!
Y Cataluña, decían todos ellos, es separatista: se queda con Repsol cuando ya no sea España. Estos sabihondos de la noche comparaban inmediatamente la cuestión catalana con la vasca: Ibarretxe, decían, se apodera de todas las fuentes de energía. No las enumeraban. No hace falta. No tenían tiempo, como suele suceder en la angustiosa radio, género imperfecto que cada vez que va a llegar al meollo de una cuestión, la deja definitivamente porque suenan las horarias. Habría que inventar algo, pienso. Al tiempo se le burla aquí continuamente excepto en la radio y la televisión. Bueno, cuestión aparte.
La historia es ésa. Los propagandistas de la fe tienen puesta su alarma en que los socialistas descuartizan España. Y se siguen agarrando a la entelequia del crimen de Atocha: las últimas palabras de Aznar han sido para decir que no descarta la colusión entre ETA y el islam: y no es verdad. Toda la comisión de investigación está sirviendo para eso: para que los nacionales insistan en esa complicidad, y sobre todo en los acuerdos de Zapatero hacia un federalismo o quizá hacia algo más: un montón de nacioncillas independientes y enfrentadas unas con otras. Es evidente que eso es anticonstitucional. Y que ellos defienden la Constitución como el catecismo: incluso más, porque el catecismo ha cambiado cuatro veces desde que hay Constitución, y en este texto que les parece por encima de los españoles se dice que el ejército es garante de la unidad de España... Qué barbaridad. Pero los nacionales de la antigua España son así.
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