Sarta de desatinos
A cierta derechona le ha dado por enfrentar la película de Amená-bar sobre el derecho a la eutanasia, a cuyo estreno acudió el presidente Zapatero, con Tiovivo c. 1950, de Garci, nostálgica versión de la sórdida posguerra, que fue respaldada en su estreno por el perdedor Rajoy. Otra vez las dos Españas. Para más inri, los académicos de la Academia eligieron Mar adentro para competir por el Oscar, en contra de quienes especularon a favor de las añoranzas de Garci y de su presunta maestría electoralista. Los insultos se han hecho cotidianos. El éxito en Venecia de Amenábar y de Bardem ("el pancartero mayor del reino", siguen diciendo) es, según ellos, una recompensa por la protesta que hicieron en su día oponiéndose a la guerra contra Irak; las nuevas ayudas al cine español promulgadas recientemente por el actual Gobierno (que se ha limitado a recoger lo propuesto anteriormente por el PP) son otra manera de cosechar aquellos presuntos servicios; hasta a Polanco incluyen en el tema sin que esté nada clara la razón... ¡Qué dirán si finalmente Bardem acaba interpretando a Goya en la próxima película del oscarizado Milos Forman, tal como éste pretende!...
Lo que sí parece claro entre tanta farfolla es que estos irritados comentaristas no suelen ir mucho al cine. "No pienso ver Mar adentro", ha escrito Ussía, sin cortarse ni un pelo. Otro, en la misma dinámica, se entretiene en calificar todo lo que no ve como cine basura. Y tan contento.
Si prestaran atención a las noticias sobre el cine, acudan o dejen de acudir Rajoy y Zapatero a los estrenos, podrían dirigir su mirada a una basura auténtica, la fast food. Tendrán ocasión de hacerlo la semana próxima a partir del estreno de Super Size Me, el documental en que el casi suicida cineasta norteamericano Morgan Spurlock decide alimentarse exclusivamente (desayuno, almuerzo y cena) de productos McDonald's. Le sube el colesterol hasta las nubes, engorda 11 kilos, le desaparece el apetito sexual, vomita sin parar..., llega a estar, en fin, a punto de morir. La empresa de comidas no perdió el tiempo e intensificó su publicidad ante el gran éxito que el documental obtuvo en el festival de Sundance. Y dicen que amenazó con retirar sus cuantiosos anuncios de los medios de comunicación que hicieran mención a la película. Silencio a cambio de hamburguesas. Qué baratura.
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