El cerebro de los ataques más sangrientos

No hay fotos conocidas. Aunque el retrato robot muestra un rostro anodino, la mirada provoca inquietud. Abu Musab al Zarqaui, de 38 años, es el hombre al que la CIA acusa de estar detrás de la mayoría de los atentados que se llevan a cabo en Irak desde el ataque en agosto contra la sede de la ONU en Bagdad. EE UU ofrece 10 millones de dólares por las pistas que conduzcan a su detención.

Grupos que le profesan lealtad se han responsabilizado de las decapitaciones del surcoreano Kim Sun-il y del estadounidense Nicholas Berg. Su último éxito, una oleada de ataques simultáneos en media docena de ciudades iraquíes, incluida la capital, que dejaron el jueves 103 muertos y 300 heridos.

Este jordano, nacido Ahmed Fadel Nazzal al Jalayla en 1966, está en la lista de los más buscados desde 2002, cuando un tribunal de su país lo condenó a muerte en rebeldía por el asesinato en Ammán de un diplomático norteamericano, Lawrence Foley.

Su asociación con Osama Bin Laden (viajó a la Afganistán de los talibanes en 1999) no es jerárquica. Entre los estudiosos del fenómeno, se señala que pertenece a la siguiente generación de líderes de la red guerrillera global. Aunque sus ataques han demostrado una planificación y coordinación típica de Al Qaeda, muestran también objetivos propios y la colaboración con grupos de distinto signo, como los remanentes del régimen anterior. Parece claro que necesita de apoyos locales para operar en una sociedad tan conservadora y cerrada.