Jocosidad

Trabajo en el paseo de Recoletos y vengo observando que en estos días que ha estado lloviendo, a pesar de ello, los aspersores del riego automático siguen funcionando en competición con la lluvia. Y lo más jocoso, por no llamarlo indignante, es que los jardineros están al lado como si tal cosa. No sería mala idea aprovechar este derroche de un líquido tan preciado y escaso como es el agua para plantar arroz: en vez de jardines, parecen albuferas.

Por favor, ya está bien de tanto derroche, ya sea de agua, ya de luz -cuando no controlan el alumbrado y se encienden o apagan las farolas a destiempo-, y mientras, el ciudadano de a pie pagando impuestos, que en muchos casos son malgastados.

Está muy bien que se siga al pie de la letra todo lo concerniente a vestuario, aparatos como los de los cazafantasmas para recoger la basura, vehículos ultramodernos, etcétera, para los operarios; pero como no haya un seguimiento y un control para el mejor aprovechamiento, la verdad es que los presupuestos se quedan pequeños ante tanto despilfarro. Al igual que se recicla papel, cristal, etcétera, podría aprovecharse el agua que nos cae gratuitamente.

Las aceras están mal soladas, lo que da lugar a caídas y tropezones cada dos por tres; si esto pasara en EE UU, a más de uno nos habían arreglado la vida con las indemnizaciones.

Ruego seamos más críticos y denunciemos cualquier anomalía que afecte a nuestra ciudad; con criticar a los dirigentes no se adelanta nada; tiene que llegar a ellos. Al fin y al cabo, Madrid somos todos.