De cercanías

Escribo estas líneas con la intención de expresar una queja, en nombre de mi novia, en relación con dos aspectos interesantes para el servicio de cercanías de Renfe, pues afectan al buen funcionamiento de la misma.

El primero, es la falta de atención y presencia de personal que encontró mi novia en las taquillas de la estación de cercanías de Pirámides a las 19.30 del 15 de febrero pasado. Por este motivo, mi novia se encontró incapacitada en su intención de abonar y obtener el billete que le daba derecho a viajar en el tren que necesitaba utilizar.

El segundo aspecto se refiere a la falta de respeto a que se vio sometida por parte de un empleado, imagino que contratado tras un mayor o menor examen de sus capacidades intelectuales. El trato vejatorio recibido por mi novia le produjo un estado de nerviosismo, al que no debería haber llegado. La grosería del empleado llegó a hacerla llorar. Mi opinión es que no debería haber llegado a este extremo. Las amenazas de "denuncia" y palabras despectivas que el juez, fiscal y sheriff del vagón vertió sobre mi novia, unido al vocerío del personaje, pidiendo que "alguien le dejara los dos euros que le faltaban" a ella para pagar la multa, provocaron una "vergüenza", inmerecida claramente, pero así expresada por mi novia en el relato que me hizo varias horas después. Yo entiendo que el empleado al que me refiero puede pensar que fue contratado con el fin de buscar malhechores e incluso salteadores en el interior de los trenes. Pero me gustaría incidir en la conveniencia para los intereses de la empresa que tendría el hecho de evitar estos abusos en el futuro.