Perros y químicas en Tarragona

Tarragona ha ocupado un espacio destacado en los medios en las últimas semanas. El motivo no ha sido el patrimonio, las playas o algún asesinato. La nueva tenía que ver con las defecaciones de los perros, un grave problema que, junto con el de la proliferación de palomas, debe de llenar la agenda del regidor de Medio Ambiente, Agustí Mallol. Ahora, en Tarragona, aparte de todos los agentes de los cuerpos de seguridad, tendremos investigadores privados que vigilarán que los dueños de los perros recojan los excrementos de sus canes. Cuando saquen los perros a la calle, lleven papel, porque si no unos investigadores privados copntratados por el Ayuntamiento de la ciudad les fotografiarán y la correspondiente autoridad administrativa les multará.

Y yo me pregunto, inocentemente, ¿cuándo pondrán detectives a las químicas, para saber cuándo lanzan por la chimenea todo aquello que no pueden lanzar y que provoca misteriosos olores un mes si y otro también?, ¿cuándo pondrán investigadores para que el agua del río Francolí no vaya llena de residuos de las multinacionales de la energía o para que faciliten la recuperación de los recursos hídricos subterráneos que alguien secó no hace muchos años?, ¿cuándo habrá investigadores que nos informarán de si el agua del grifo procedente del Ebro baja llena de mercurio para beber sin peligro? No hace falta que nadie me conteste. Nunca. Es más fácil perseguir a los amos de los perros por la calle y enviar halcones contra las palomas.