Rebaja medicamental

El Ministerio de Sanidad ha aplicado una nueva rebaja, esta vez drástica, en los precios de referencia de los medicamentos que llevan más de diez años en el mercado, es decir, aquellos principios activos que ya no están amparados por una patente y, por tanto, pueden también venderse en forma de genérico. Con un incremento este año de la factura farmacéutica de más del 11%, casi el doble del objetivo del Gobierno, la rebaja era obligada y esperada. Finalmente, la reducción alcanzará a 2.070 especialidades farmacéuticas agrupadas en 82 conjuntos de medicamentos que figuran entre los más recetados y alcanzan un volumen de mercado de 1.635 millones de euros. Aunque el ahorro estimado por Sanidad es sustancial -unos 500 millones de euros anuales-, representa apenas el 8% de la factura farmacéutica total, que se sitúa ya en torno a los 6.000 millones de euros.

Es legítimo que la industria trate de maximizar sus beneficios, pero también lo es que los administradores públicos velen por el interés colectivo. España sigue siendo uno de los países que mayor proporción -la cuarta parte- del gasto sanitario dedica a medicamentos y la industria se beneficia de un mercado probablemente más extenso de lo que sería lógico en términos estrictos de salud y de una seguridad en las ventas. Además, todos los fármacos ahora rebajados llevan en el mercado más de diez años, luego han tenido tiempo suficiente de amortizar la inversión inicial.

Y si alguna crítica cabe hacer a la medida de la ministra Ana Pastor es que la política de medicamentos no debe limitarse a incidir sobre el precio, sino que debe abordar también una mejor prescripción, que no sólo puede mejorar las cuentas del erario público, sino las de los propios ciudadanos.