Capucha
El aire acondicionado tiene un aspecto ético. No es un derroche de electricidad, sino una forma de ascetismo cristiano, más bien protestante y hoy aceptado por el catolicismo. El aire acondicionado es una ayuda para la salvación a través del trabajo y el esfuerzo personal, pues nos vuelve operativos en los días tórridos. Es una bendición de Dios. Se fue la luz tres horas una noche, a principios de agosto, de Málaga a Almería, una molestia. Estábamos por encima de los 30 grados centígrados. No se veía. No se podía trabajar. Pararon las playas, se vaciaron los bares, se calentaba la cerveza, se pudría el pescado, se derretían los helados. "Habrá que evaluar pérdidas", decían los hosteleros.
En el lejano Irak, día y noche y todos los días, se suceden tres horas de apagón y tres de luz, aunque los apagones suelen alargarse para que la luz se haga desear más cuando se vaya antes de tiempo. El termómetro marca entre 40 y 50 grados. El clima, en las primeras décadas del pasado siglo, aún era visto como un elemento esencial del conflicto entre civilizaciones: el calor mortal era considerado inmoral, propio de naciones poco inclinadas al progreso y entregadas a la naturaleza salvaje, irredimibles. Precisamente en Basora, y más al noroeste, en Diwaniya, donde está Base España, nuestro cuartel en Irak, hace ahora un calor mortífero. No hay agua corriente y la red eléctrica no funciona. ¿No tienen generadores los iraquíes? Sí, pero también falta gasolina en el gran país petrolero.
Cien días después de la victoria y la liberación tras una rauda guerra de altísima tecnología, ¿debe ser un desastre el abastecimiento de agua y luz? No quiero creer que la situación en Irak responda a una técnica semejante a la de encapuchar, arrodillar, derribar, aturdir y humillar uno a uno a los vencidos. No quiero creer que el apagón a 50 grados sea un dispositivo de desmoralización general. No quiero acordarme de aquello que decía el joven Churchill a propósito de las armas químicas y el bombardeo con gases, que causaban excelentes efectos morales en las tribus incivilizadas. Pero tampoco sería agradable pensar que los liberadores sólo demuestran una pervertida visión cultural del pueblo iraquí: no lo consideran partícipe de la ética del aire acondicionado, ni siquiera de la del ventilador.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
Últimas noticias
Análisis de ajedrez | Joya rápida de David Antón en Catar
¿Repetir o pasar de curso? Algunos daños colaterales
Detenido en Chiapas Yoel Alter, integrante de la secta Lev Tahor, por presunta trata de menores para matrimonios forzados
Ayuso aprueba un gasto extra de 106 millones de euros para el “reequilibrio” económico de tres hospitales de Quirón en 2025
Lo más visto
- Maisa Hens, cantante: “Gracias al anuncio de El Almendro no tuve que volver a hacer un ‘casting”
- De celebrar el Gordo a temer no cobrarlo: la comisión de fiestas de Villamanín se dejó en casa un talonario vendido antes del sorteo
- Los socialistas valencianos reclaman a Feijóo que entregue a la jueza de la dana la conversación íntegra con Mazón
- “Un jardín con casa, no una casa con jardín”: así es la premiada vivienda de 146 metros cuadrados que se camufla con la vegetación
- Víctor Bermúdez, profesor de Filosofía: “Hemos perdido el control del proceso educativo, lo que damos en clase es en gran medida un simulacro”




























































