Subida de sueldo

Los problemas de la ciudad de Madrid son sobradamente conocidos no sólo por los madrileños, sino por una inmensa mayoría de los españoles. A nadie coge por sorpresa sus altos niveles de delincuencia (la de los descamisados y la de cuello blanco), su laberinto circulatorio, su contaminación acústica y atmosférica, la especulación urbanística y su consiguiente y desmesurado incremento del precio de los inmuebles, la precariedad del empleo que condena al paro a jóvenes y a prejubilados de 50 años, etcétera.

Pues bien, con ser de suma gravedad todos los problemas señalados, el primer acuerdo que ha adoptado el pleno del Ayuntamiento de Madrid, por unanimidad, está relacionado con otro asunto bien distinto, pero al parecer de mayor urgencia para la buena marcha de la capital y de sus ciudadanos. Este acuerdo ha consistido en el incremento de las retribuciones de los concejales en un 30 % de promedio.

Parece ser que la dignidad de los ediles madrileños no se encontraba suficientemente reconocida con los anteriores salarios. A partir de ahora, cada concejal del Ayuntamiento de Madrid percibirá, como mínimo, 64.114 euros, un 31% de incremento. Es cierto que Ruiz-Gallardón se reduce su sueldo un 6,21%, aunque no es menos cierto que sigue cobrando más que sus homólogos de Barcelona o Sevilla.

Ante semejante muestra de "plena coincidencia democrática" por parte de los ediles madrileños, surgen algunos interrogantes: ¿Van a incrementar también las retribuciones de los empleados públicos del Ayuntamiento en la misma proporción o se deberá contentar la "dignidad" de estos trabajadores con el 3% del presente año?

¿En qué punto del programa electoral de alguno de los tres partidos que han apoyado este incremento figuraba tal medida? ¿Cuál será el próximo acuerdo que adopten por unanimidad, o será éste el primero y último?

Este comportamiento es absolutamente censurable por cuanto son muchas las necesidades de Madrid que, desgraciadamente, requieren un esfuerzo de unanimidad por parte de sus concejales para solucionarlas, y con carácter prioritario al incremento de sus retribuciones. Pero cuando esa unanimidad para solventar carencias no llega, produce vergüenza y rabia que el pleno acuerdo se consiga tan rápidamente si se trata de aumentar sus propios sueldos.

A nuestra democracia aún le sobran voces y le faltan ejemplos. Escribía Julián Zugazagoitia que de la época en la que Pablo Iglesias fue concejal en el Ayuntamiento "arranca la estimación de los madrileños por unas ideas que, en lo fundamental, son: austeridad, limpieza y rectitud".