La clínica Lourdes prescinde de la plantilla y cierra sus instalaciones

"No hemos podido afrontar el reto. Cerramos". Así explicaba ayer Carles Miret, gerente de la clínica Lourdes de Barcelona, el cierre de este centro privado, que esta semana debía presentar a la Generalitat un plan de reforma integral de sus instalaciones para continuar funcionando. La imposibilidad de encontrar algún socio para invertir en la modernización de la clínica ha obligado a sus responsables a echar el cierre y a comenzar las negociaciones para prescindir de sus 60 empleados.

Los problemas de esta clínica, que contaba con unas 60 camas, comenzaron el pasado mes de marzo, cuando el Departamento de Sanidad ordenó su clausura cautelar al advertir graves irregularidades en algunos servicios que ofrecía esta clínica, que atendía a los clientes de varias aseguradoras. Después de 30 días de inactividad, la Administración catalana concedió un permiso para reabrir parcialmente las instalaciones durante un mes, un margen de tiempo en el que los gestores del centro también debían presentar un plan de adecuación funcional para adaptar la clínica a la normativa. Miret explicó: "Durante este tiempo hemos intentado contactar con inversores internacionales para que nos ayudaran en el proyecto, pero ha sido imposible. El edificio necesita muchas reformas y no podemos acometerlas en solitario".

Por esta razón, los gestores de la clínica del barrio de Gràcia presentaron ayer ante el Departamento de Sanidad una solicitud de clausura oficial, aunque desde el pasado sábado la actividad del centro ya está paralizada.