"Las esculturas son objetos de tránsito"

Las salas del Centro Gallego de Arte Contemporáneo (CGAC) de Santiago acogen una treintena de esculturas y dibujos de José Pedro Croft (Oporto, 1957), un artista que cuestiona las nociones clásicas de interior y exterior, de peso y fragilidad de las piezas escultóricas aunque al mismo tiempo defiende que la esencia de esta disciplina artística sigue siendo la delimitación de un espacio, más allá de las técnicas y de los materiales empleados. Ajeno a los intentos por encasillar su obra en un género específico, Croft se define como un buscador de historias que utiliza las infinitas posibilidades del dibujo, la escultura o la fotografía para plasmarlas.

PREGUNTA. Usted se declara como un artista ajeno a cualquier corriente definida, ¿cuál es la motivación fundamental de su trabajo?

RESPUESTA. Mis obras responden a una necesidad de expresión por eso hago fotos, dibujos, esculturas... me ayudan a entender el mundo. Hay otros artistas con visiones diferentes y se pueden descubrir cosas interesantes en sus trabajos, pero lo que me interesa es aquello que no ha cambiado en la escultura a lo largo de muchas décadas: la delimitación de un espacio simbólico, la escala, la proporción, las dimensiones espaciales, la luz, la densidad. Todas ellas son cuestiones de la tradición de la escultura. Cada pieza me la planteo como una historia y busco el material que me ayude a hacerla, pero lo que me interesa no es la forma sino el espacio que define la pieza.

P. Sus esculturas parecen debatirse continuamente entre lo estable y lo inestable. ¿A qué se debe?

R. Las esculturas también son objetos pasajeros que nos hablan de un mundo paralelo al mundo. Son objetos de tránsito como la vida y quiero integrar en ellas esa idea de inestabilidad y de movimiento que es la vida. Mis piezas no son una cosa sólo del pensamiento, sino que dependen también de cómo reacciona el cuerpo ante algo que tiene delante. Además, uno de los cambios fundamentales en la escultura es que ha abandonado el pedestal y se va integrando en el espacio arquitectónico.

P. ¿Cuál ha sido su planteamiento conceptual para esta exposición?

R. Fue una invitación que el director del CGAC me hizo hace cuatro años y en ese periodo he estudiado bien el espacio. Toda la exposición está pensada como una partitura musical. Comienza como una obertura y continua con piezas más pequeñas creando ritmos muy distintos para terminar con dos grandes piezas que representan un gran final. Es una estructura musical, con repeticiones y variaciones.