La palabra profanada
Veinte mil personas dice el gobernador de Madrid que hubo en la manifestación: una manera de profanar la palabra; las matemáticas, la vista, el sentido común. Él hizo lo posible porque no hubiera ninguno, sus samuráis fueron duros como marines. He visto un breve vídeo donde se ve avanzar a uno de los antis hacia la muchacha que le increpa, la derrumba de un golpe en la cabeza y se retira, junto a otro que iba a ayudarle (se puede ver en www.nodo50.org/paremoslaguerra/images/agresionpolicial.wmv). La ministra de Exteriores oyó las cifras de su compañero centrista y dijo que cada vez hay en España menos personas contra la guerrra. La destreza de los guardias puede reducir notablemente ese número: más porras, menos manifestantes en pie. Más armas, menos iraquíes. El tristemente célebre Rumsfeld no ha dejado ver, mediante una "velada amenaza", las fotos de los marines prisioneros: tenía razón, la gente lo habría lamentado y se le hubiera caído la moral más allá del suelo, donde también los guardias de allá tumbaron a los manifestantes. Es un país grande en la censura. Nunca he visto una operación censora más admirable que en el canallesco asalto a las Torres Gemelas: varias emisoras y numerosas cámaras filmaban en directo el terrible suceso: y, sin embargo, imágenes y sonidos estuvieron censurados. ¡Como si lo supieran de antemano! No se me oculta la razón de profanar imágenes y lenguas. El secretario de Estado de Cultura, Luis Alberto de Cuenca, buen escritor que conoce el fondo de las palabras, explicó que debían suprimir la palabra "crisis" -referida al cine- porque no existe, pero podía crearla: tal es el poder de la palabra. En el principio fue el Verbo: no vaya a ser que también esté en el final. Por eso no todos publican las fotos de niños asesinados en Bagdad por los yanquis, y, sin embargo, eran fotos aliadas (Associated Press: www.ap.org); la de la niña de piernas destrozadas en brazos de un anciano estuvo colgada un tiempo en la portada de www.elpais.es. Son las razones por las cuales se manifiestan en el mundo: a nadie le importa Sadam, y preferirían verlo en el exilio. Pero que no maten a los civiles.
Todo, todo tiene sus razones: publicar fotos de presos -pobres míos, aterrorizados- va en contra de la Convención de Ginebra, dice Rumsfeld. Las jaulas de Guantánamo (250 intentos de suicidio), en cambio, no. Cosas de idioma.
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