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Los evangélicos recaudan dinero para repatriar los cuerpos de las dos últimas víctimas

La Iglesia evangélica de Arganda del Rey a la que pertenecía el matrimonio que murió el pasado día 18 tras recibir tres balazos del asesino del naipe el pasado martes, George y Doina Magda, ambos de 40 años, ha comenzado a recaudar dinero para repatriar los cadáveres a Rumania, de donde ambos eran originarios. Juan, el hermano de George, reclamó ayer los cuerpos en el Instituto Anatómico Forense y está a la espera de reunir el dinero para poder trasladarlos a su país. Fuentes funerarias cifraron en más de 6.000 euros el dinero necesario para fletar los féretros.

George y Doina Magda habían llegado a Madrid hace unos siete meses. Dejaron en Rumania a dos de sus tres hijas. Sólo se trajeron con ellos a una hija, que es invidente, y que ahora está bajo la guarda y custodia de sus familiares. En este tiempo, había realizado diversos trabajos, según explicó su hermano. Entre ellos, el de soldador en una fábrica de San Fernando de Henares. Además, cuidaba, junto a su esposa, de un anciano de Arganda del Rey.

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"¿Por qué mi hijo?"

Nieves Estacio, la madre de Juan Carlos Martín Estacio, de 28 años, la primera víctima con la firma del asesino del naipe, en la que dejó un as de copas, se preguntaba ayer por qué el homicida en serie había elegido a su hijo: "Ni siquiera puedo creer que le haya pasado esto a él, que siempre huía de todos los problemas".

Según recuerda Nieves, su hijo llevaba trabajando menos de dos meses como limpiador del aeropuerto de Barajas. Tenía tres turnos y la semana que le asesinaron le había tocado el de noche. Entraba a las 20.00 y salía a las 4.00. Un compañero suyo le llevó hasta la plaza del Mar, en la Alameda de Osuna, y le dejó en la parada del autobús nocturno N-4 (Cibeles-Pueblo de Barajas). De ahí, cogía otro búho que le llevaba hasta su domicilio en el distrito de Tetuán. Ese tiempo desde que le dejó su compañero hasta que llegó el autobús fue el que aprovechó el asesino para matarlo (el 5 de febrero pasado).

Juan Carlos era el pequeño de cuatro hermanos. "Era una persona encantadora, a la que quería todo el mundo", explica la madre. Martín Estacio era aficionado a patinar en la plaza de la Dehesa de la Villa y jugar con la videoconsola: "Se pasaba las horas muertas jugando y comiendo chucherías. En el fondo era un niño grande".

La víctima había estudiado EGB en el colegio de La Paloma. Después aprendió cerrajería artística, pero, como no encontró trabajo en esta especialidad, lo empleó un tío suyo en una fábrica de válvulas. Cuando cerró, se dedicó a la construcción hasta que fue contratado como limpiador.

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