Emociones de Galicia
Ver a tu madre de 80 años con la mirada clavada en la televisión, en las terribles imágenes de la costa de Galicia, ver y sentir su indignación, su rabia, su impotencia, es desesperante. Hablar con ella de lugares donde vivió su infancia, donde dejo parte de su vida trabajando, mariscando para mal sobrevivir, hablar con ella de lugares que de pequeño me enseñó, donde aprendí con ella y con pescadores de la aldea a mirar el mar, a trabajar en él, es ahora, que soy mayor, emocionante.
Nacido en Cataluña, sintiéndome siempre gallego, estos días he recuperado sentimientos que me sorprenden al emocionarme hasta las incontenibles lágrimas viendo como esos lugares que conozco, donde viven gentes de mi familia y otros a los que he tratado en fugaces estancias de reencuentro, se hunden en la inmundicia del fuel y en la incuria de políticos desalmados que esa querida tierra no merece. Son tan ciegos que no ven ni valoran la entrega de miles de ciudadanos voluntarios de toda España, la defensa incansable y rabiosa que de su costa hacen los hombres y mujeres que en ella viven y trabajan. Ojalá estos responsables de tanta desidia, de tantas mentiras, esos individuos mediocres y cobardes que ni siquiera son capaces de admitir errores que todos podemos entender, ojalá sean olvidados cuando, sonrientes, pidan la confianza, el voto, de aquellos a quienes ahora demuestran no respetar ni querer. Eso será cosa de los gallegos, de su opinión y su memoria.
Tenemos que estar con Galicia, con los gallegos, por solidaridad, pero sobre todo por justicia. Como ciudadanos, además de ayudar física o económicamente por las múltiples vías que ahora mismo hay, también con nuestros impuestos, que han de servir para ser justos con ellos, para ayudar a paliar tanto desastre humano, para resarcirles en su economía perjudicada, para recuperar su entorno, para que todos se tomen en serio esta desgracia.- José Luis Vergara. Barcelona
Tren a ninguna parte
Soy uno de los cerca de 50 pasajeros que el viernes 27 de diciembre tomaron el tren de Renfe-Cercanías en la estación de Passeig de Gràcia a las 21.31 horas con destino a Sitges-Vilanova i la Geltrú y Sant Vicenç de Calders. Este convoy, sin embargo, no efectuó ninguna de las paradas previstas. Extrañamente llegó a Sant Vicenç, el destino final, vía Vilafranca. Menos mal que allí nos esperaba a los sufridos viajeros otro tren que nos llevó, ése sí, a nuestro destino. Sólo que llegamos a casa una hora y media después de lo previsto, y sin que Renfe dijera ni pío.
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