Escuchar
Nada hay como escuchar a un político en campaña o, como en el caso que nos ocupa, en la precampaña de la precampaña, para admirarse de la capacidad del ser humano para olvidar unas cosas o inventarse otras increíbles. Pero si el político en cuestión pertenece al partido que ya gobierna, a un servidor le nacen dudas sobre si verdaderamente cree lo que dice o, simplemente, es un auténtico trilero.
Hoy mismo he tenido ocasión de ver en un matinal de telePP, perdón, TVE, a Esperanza Aguirre, candidata a la presidencia del Gobierno regional. Allí soltó un rollo, porque era un rollo, en el que tal vez ella cree ciegamente -y eso sí que sería grave- y habló y habló sobre lo fenomenal que va a ser todo a partir de ahora. Ante las preguntas pactadas de los palmeros oficiales, doña Esperanza sobrevoló aquellos temas que tanto nos molestan a los madrileños derramando esperanza a quienes quisieran creerla: bajarán los impuestos, mejorará la seguridad, será más asequible la vivienda, estudiarán el problemilla de la prostitución, en fin.
Me considero una persona razonable y, a pesar de mi corto entender de ciudadano de infantería, asumo que algunos asuntos requieran años, tal vez lustros, para ser resueltos adecuadamente. Esos años, bastantes, ya los han tenido los gobernantes actuales y no sólo no han conseguido avanzar en positivo para resolverlos, más bien da la impresión de que los pasos han sido de cangrejo; una mirada rápida a los precios de las viviendas, multiplicados en los últimos tiempos, nos avisan de la manera de entender la accesibilidad a una vivienda digna de estos gobernantes.
Hay más, en sus tímidas intenciones de liberar terreno a bajo precio, sus mecanismos de control sobre los sinvergüenzas y estafadores de toda la vida han sido nulos o dolosos, véase CPV y los que vendrán. Eso es crear vivienda.
Si un ciudadano contribuyente quisiera dar un paseo en bicicleta por la Casa de Campo o, simplemente mirar escaparates por la calle Montera, se encontraría con una prostitución enseñoreada de la vía pública, enquistada en el parque más emblemático de la ciudad, de una ciudad capital de un Estado europeo. Pero cada vez son menos los que osan hacerlo, no siendo clientes, claro. Respecto a la seguridad ciudadana, poco hay que añadir, basta mirar las fotografías de unos vecinos armados patrullando las calles de su barrio para defender sus casas y hacerse una idea de lo que debió ser el salvaje Oeste. Ojalá lea esto la candidata; su partido, en estos años, no sólo ha fracasado en crear una ciudad mejor, sino que con su proceder es incapaz de defender la región inhabitable y peor que han creado.-
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