Danubio

El festejo de rejones llevó a los tendidos un público diferente al de otras tardes. Qué desanimo produjo entre los menos avezados que Cagancho no actuase. Los aficionados a este género taurino también lamentaban su ausencia. Pocas figuras del escalafón de todos los tiempos han contado con el amor, admiración y respeto que los públicos otorgaron al hoy jubilado caballo torero Cagancho. No preocuparse. La varita mágica de Pablo Hermoso ha dado vida a otro caballo para soñar: Danubio. ¡El rey ha muerto, viva el rey!

La actuación de Hermoso de Mendoza dejó claro que no tiene a nadie que le mueva del trono que ocupa. Responsable y torero, se echó la tarde a las grupas de sus caballos. Si bien estuvo en todas las suertes que intentó, magistrales fueron sus recortes, cambios, quiebros, cabriolas y adornos. Abusó, pero con verdad, de sus dos oponentes. Aliviado con el toro, no engañó y entregó la calidad suprema que hoy tiene su actual cuadra. El público, puesto en pie, le aclamó en reconocimiento a su buen quehacer.

Quizá a Sergio Vegas le influya negativamente el actuar en su tierra. Nervioso y acelerado, se deja tropezar en exceso las monturas. Anteponer el corazón a la técnica conlleva estas circunstancias. Generoso y galerista más que acertado en sus dos actuaciones fue premiado en exceso por sus paisanos.

Fermín Bohórquez dejó el reflejo de un trabajo insulso, mayor demostración de monta que de ajuste y acierto a la hora de herir. Cosechó sus mayores ovaciones con las banderillas a una mano en su segundo.

Final dulce y triunfalista que fue del agrado de los concurrentes. Se notó la falta de los aficionados al toreo a pie, quizá estuvieran en la meditación de hacer entender a quien proceda que la importancia de una feria la da el toro, y la categoría, la afición.