Nueva Formación Profesional

En una excelente crónica (EL PAÍS, 19-4-2002), Mar Padilla informaba de que el 40% de los alumnos de 16 años estudian los nuevos ciclos formativos. No hay duda de que esto significa un éxito indudable de la llamada nueva Formación Profesional, lo cual no dice nada ni a favor ni en contra de la antigua, pero tal vez haya que mirar la situación desde otro punto de vista. ¿Qué alumnos forman el grueso de ese 40%? Sin negar el avance que significa que estudiantes anteriormente expulsados del sistema sigan estos estudios, mucho me temo que el grueso de esos alumnos sean estudiantes de origen social no muy favorable. Por ejemplo, ¿qué porcentaje de alumnos de la escuelas de élite concertadas y apoyadas por la Generalitat siguen estudios de ciclos? Conjeturo que prácticamente ninguno. Con los nuevos ciclos, tal vez se haya producido un efecto no buscado (o buscado): que alumnos de origen popular no se marquen como objetivo el acceso a la Universidad porque es muy largo, 'sirve para poco' y lo otro permite una inserción directa.

Por otra parte, es de esperar que el empresariado diga públicamente que el sistema educativo está netamente a su servicio. No sólo las enseñanzas profesionales se hacen en función de sus necesidades, sino que el proceso de aprendizaje lo realizan los alumnos en empresas sin que a éstas les cueste un euro. Aún más: piden prórrogas de esos procesos de aprendizaje que, en ocasiones, no son sino formas disfrazadas de regalar mano de obra gratuita al empresariado. Eso se llamaba antes abuso social o aplastamiento de clase, pero es obvio que este lenguaje es absolutamente obsoleto, así que será mejor hablar de disfunciones marginales del sistema profesional.