Alfombrilla
El útil artefacto de comunicación con el ordenador, llamado ratón en España y mouse en algunos países latinoamericanos, necesita actuar sobre una superficie rugosa y algo adherente. De otra forma, la bolita inferior que transmite el movimiento del ratón al sistema no gira bien.
Para proporcionar al ratón esta superficie aparecieron las alfombrillas, llamadas en inglés mouse pads. Alfombra es una palabra árabe (como muchas de las que en español empiezan por al), y en su forma original, al-jumra, aludía a una esterilla de palmera. El diminutivo de alfombra está especializado al menos para tres usos: las alfombrillas del coche, la de la ducha y la del ordenador. En ningún diccionario de español de los que he consultado figura la alfombrilla del ordenador (sin embargo, en ninguna falta la acepción de 'Erupción cutánea, que se diferencia del sarampión por la falta de los fenómenos catarrales').
Las alfombrillas son un soporte publicitario muy socorrido: al fin y al cabo, es algo que un usuario de ordenador tiene siempre sobre su mesa. También son un buen elemento de adorno. Pueden tener casi cualquier forma y representar casi cualquier motivo (la que yo uso reproduce la piedra de Rossetta, por ejemplo). Las hay para niños y para adultos lujuriosos, con mensajes políticos y poéticos. Su proliferación es tan grande que ya cuentan con un museo propio en Holanda: The First Virtual Mousepad Museum (www.expa.hvu.nl/ajvdhek/). Algunas alfombrillas incluyen calculadoras y otras cosas (todo eso y más en www.bettermousepads.com). Además, pueden cubrir funciones más ergonómicas, como dar apoyo a la muñeca. Las hay blandas, rellenas de gelatina, con resalte de espuma, y un amplísimo etcétera, porque realmente la alfombrilla es un espacio abierto a la inventiva.
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