Inseguridad urbana

El pasado día 17 de noviembre tuve ocasión de conocer personalmente al alcalde de Bilbao, Iñaki Azkuna, en la Feria Agrícola que tuvo lugar en la Plaza del Sagrado Corazón de María, en el barrio de San Francisco. Le dí las gracias por su atención de venir a compartir unos pinchos en el barrio y pasar un rato agradable. De paso, le entregué un sobre con la denuncia que había puesto esa misma mañana por intento de robo en mi establecimiento, concretamente un estanco. Le dije que ése había sido el desayuno, y así todos los días.

Cinco días más tarde, el 22, volvía a desayunar carta especial. Esta vez no por intento, sino por robo puro y duro. En plena calle San Francisco, a media tarde, a toda luz y con un montón de espectadores asistiendo al evento en butaca de preferencia. Una escena digna de Almodóvar: un señor sale por piernas con un cajón de tabaco al hombro y del cual nunca más se supo, a pesar de identificar al artista quince minutos más tarde.

Eso sí, creo que una patrulla de la Ertzaintza tomó sus datos; y surtió efecto: las amenazas hacia mi persona no han hecho sino continuar. Por todo ello, y ante la situación superconflictiva en que me desenvuelvo, ante la angustia y temor a que nos está sometiendo el clan que todos los comerciantes del entorno conocemos, y ante la desesperanza en que tu propia impotencia te sume, yo me pregunto, señor alcalde: ¿qué sería de nosotros, los comerciantes del barrio, máximos tributarios de impuestos y desarmados sufridores del problema, si, como usted asegura, en esta zona no se mantuviera el mayor despliegue policial concentrado de la provincia?, ¿si no tuviéramos la gran suerte de contar en el barrio con una comisaría de Policía Municipal a pleno rendimiento y la eficacia de un cuerpo tan expedito y moderno como el de la Ertzaintza amparando nuestra seguridad y tranquilidad de ánimo?