Peres vuelve a reclamar a Arafat en El Cairo siete días de calma absoluta en los territorios

'Dejo El Cairo con el sentimiento de que hay aún una esperanza', aseguraba ayer Simón Peres en la capital egipcia, pocos minutos después de entrevistarse con el presidente Arafat, con el que habló sobre la necesidad de aplicar en toda su extensión el alto el fuego decretado por las dos partes el pasado 13 de junio y reiteradamente transgredido a lo largo de este último mes.

Peres hizo hincapié en aspectos concretos incumplidos durante la tregua, especialmente en las tres zonas más conflictivas de los territorios autónomos: Hebrón, Nablús y Rafah. El ministro israelí destacó sobre todo la situación de Rafah, al sur de la franja de Gaza, junto a la frontera con Egipto, donde no se ha podido aún iniciar un proceso de pacificación. En esta región se han venido produciendo desde hace semanas importantes enfrentamientos entre soldados y vecinos, apoyados por milicianos armados, que tratan de impedir la demolición de casas.

Poco antes de celebrarse la reunión, Peres había anunciado solemnemente a la prensa internacional que Israel no tiene ninguna intención de provocar una guerra abierta con los palestinos. Con estas palabras, el ministro israelí de Exteriores desmentía las informaciones difundidas por la prensa británica según las cuales el Ejército de Israel tiene un plan secreto para derribar a Arafat y recuperar los territorios autónomos, con un número no superior a 300 bajas.

A pesar de las exigencias de pacificación planteadas por Peres a Arafat, el Ejército israelí continuó ayer actuando con dureza en los territorios de Gaza y Cisjordania: un comando militar de mustabarim (soldados disfrazados de palestinos) secuestraron cerca de Belén, en una zona administrada por Arafat, al dirigente de Yihad Islámica Mahmud Hamdán, de 42 años. Horas antes, en la localidad de Burke era secuestrado con métodos idénticos un dirigente de las milicias Tanzim, vinculadas al partido Al Fatah.

Pero por si todo esto no fuera suficiente, el Consejo de Ministros presidido por el general Ariel Sharon decidía ayer al mediodía dar luz verde para que se construyan nuevas poblaciones en el desierto del Neguev, junto a la franja de Gaza, en un lugar conocido como las Dunas de Halutza. Con estas nuevas construcciones se pisotea la propuesta que el anterior Gobierno israelí efectuó a los palestinos en la cumbre de Camp David (julio de 2000): entregar los territorios de Halutza a cambio de algunas zonas ocupadas por asentamientos en Cisjordania. La maniobra del Gobierno bloqueando ayer la propuesta laborista favorece, además, los intereses personales del propio Sharon, quien posee un gran rancho en la zona que suele servirle habitualmente de refugio.