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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Fisuras en la unidad

La celebración del 1º de Mayo ha sacado a la luz este año algunas de las diferencias que existen entre las organizaciones sindicales mayoritarias, CC OO y UGT. Sin que se registraran enfrentamientos abiertos entre ambos sindicatos, y manteniendo una apariencia de unidad en la celebración, los silbidos de los manifestantes de UGT a los oradores de CC OO y las poco sutiles separaciones en la cabeza de la pancarta entre los secretarios generales de ambas organizaciones, Cándido Méndez y José María Fidalgo, demuestran que éstos no son precisamente los mejores tiempos de la unidad sindical y resulta muy probable que las relaciones entre ambos vayan a peor.

El origen del conflicto se conoce. UGT pretendía una aproximación más radical a la reforma de las pensiones pactada recientemente por el Gobierno y CC OO. Tan radical, que llegó a proponer una huelga general como respuesta a tales planes de reforma. Por el contrario, Fidalgo y CC OO parecen instalados en una posición política más negociadora o de mayor colaboración con el Gobierno, según sea la interpretación de los observadores. La dimisión de Díaz Chavero, negociador de UGT en la mesa de las pensiones, y las acusaciones posteriores de haber recibido ayudas a actividades personales suyas han enconado por reacción las posiciones de UGT frente al Gobierno.

Como indicador de la presión política de los sindicatos, el 1 de mayo de 2001 anuncia turbulencias en la parte de la reforma laboral que queda por debatir, que es la de la negociación colectiva. Es el peor mensaje de las celebraciones de ayer. La llamada unidad sindical no es un tótem incuestionable al que deba supeditarse cualquier estrategia sindical; es saludable que se aprecien las diferencias tácticas y de objetivos de los sindicatos. Siempre, claro, que tales diferencias no empujen a UGT y CC OO a perder la disposición a negociar. Porque es el talante negociador el que en cualquier circunstancia debe preservarse. No sólo por parte de los sindicatos, sino por la de todos aquellos, empresarios y Gobierno, que tienen la responsabilidad de que los conflictos sociales se resuelvan con diálogo antes que con enfrentamiento.

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