Nevada aplica la pena de muerte a un preso que se negó a recurrir
Sebastian Bridges entró en la madrugada de ayer en la sala donde iba morir por inyección letal gritando: 'No he matado a nadie. Me vais a ejecutar como a un perro'. A pesar de su insistencia en que la muerte de Hunter Blatchford fue un accidente, este surafricano de 37 años se negó a recurrir a las autoridades de Nevada, pedir una revisión del juicio o aceptar la ayuda de la Embajada de Suráfrica. Su abogado, Michael Pescetta, declaró que esta negativa tenía como objetivo poner de manifiesto los fallos del sistema.
Bridges llevaba en el corredor de la muerte desde 1997. Se le condenó por la muerte de Blatchford, el amante de su mujer, de quien se había separado seis meses antes. En el juicio se le impidió utilizar los 56.000 dólares que las autoridades le habían confiscado, por lo que no pudo pagarse un abogado. Rechazó el de oficio y se defendió él mismo.
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