Las carencias de la reforma del Senado

Más allá de la grave crisis que ha supuesto para el Estado de las autonomías el reto al que le ha sometido la deriva soberanista del PNV, el Estado autonómico tiene pendientes tres retos de entidad: el modelo de financiación autonómica, la culminación del desarrollo y cooperación autonómica y la reforma del Senado.

El Gobierno del PP, con su mayoría absoluta, ha optado por evitar una reforma constitucional del Senado para convertirlo en Cámara territorial. Su vicepresidente primero, Mariano Rajoy, ha descartado una reforma que aproxime el Senado al modelo alemán de Bundesratt, de Cámara de los gobiernos autonómicos, que pretendía el PSOE, porque 'complica, como sucede en Alemania, la vida de los gobiernos'.

De modo que la propuesta de reforma del Senado que hace el PP se limita a una modificación reglamentaria que abordará la presencia de los presidentes autonómicos con voz y sin voto, el compromiso de debatir las iniciativas territoriales en dicha Cámara y la regulación de un debate autonómico monográfico, cada dos años, sobre el Estado autonómico.

En estas condiciones, el Gobierno ha optado por aprovechar su proyecto de ley de cooperación para recoger algunas insuficiencias de la reforma del Senado en ciernes, como la regulación de la conferencia de presidentes autonómicos o la participación de las autonomías en la UE.

También tratará de resolver con esta ley otros problemas pendientes del desarrollo autonómico, como los 'sistemas de consorcio', regulados en 1992, que, a juicio del Ejecutivo, no zanjan la concurrencia de competencias entre el Gobierno y las autonomías.