2. Reglas compartidas

José Luis Rodríguez Zapatero está convencido de que tarde o temprano el Gobierno aceptará un pacto sobre la inmigración. Es probable que si el pacto antiterrorista no fuera tan reciente, Aznar hubiera aceptado ya. Pero dos acuerdos tan importantes podían ser una baza demasiado fuerte en favor del estilo de oposición responsable que Zapatero ha asumido como una segunda piel. La cuestión de la inmigración removerá muchas cosas en un país en que las tendencias organicistas -el espíritu de tribu- y unitaristas son todavía muy fuertes. Si se resuelve bien puede que la democracia española dé un salto cualitativo, empezando por una idea de ciudadanía más abierta. Si se resuelve mal las tensiones pueden llegar a afectar a la convivencia. Zapatero buscó el pacto antes de decidirse a recorrer la ley. Plantear ahora el recurso suena inevitablemente a una revancha por no haber conseguido el pacto. Una cosa es cierta: el Constitucional tardará años en resolver. Cuando lo haga habrá otra legislatura, otro Gobierno. Lo cual no deja de ser una anomalía en el funcionamiento del Estado, porque da impunidad al que gobierna. Y, sin embargo, la cuestión de la inmigración no puede esperar. O se sientan ahora unas reglas del juego compartidas o después puede ser tarde. Es cuestión de ley, pero sobre todo de cultura democrática. Atención a Francia: el modelo republicano como marco de integración está funcionando.