Maratón en el festival Villa de Puente Genil
El lunes 14 de agosto tuvo lugar en la localidad cordobesa de Puente Genil su tradicional festival flamenco. Por primera vez en la historia de este certamen, Antonio Fernández Díaz, Fosforito, no figuraba como cabeza de cartel. Sin embargo, toda la noche giró en torno a la figura del maestro ponteño, que recibió así el homenaje de su pueblo.Sobre la media noche daba comienzo el espectáculo con más de hora y media de retraso. Tras cumplirse con el protocolo, para el que los lugareños son muy serios, subió al escenario José Menese con Manolo Franco. La actuación del de la Puebla fue de más a menos y no tiene mucho que comentar.
No se puede decir lo mismo de la cantaora catalana Mayte Martín, que dio una auténtica lección de concentración y buenas maneras en su paseo por la petenera, malagueña, seguiriya y cantiña. Mucha fuerza y un bonito metal de voz, fueron los atributos más destacables de esta joven cantaora, que estuvo acompañada por la guitarra de Juan Ramón Caro, el que a la postre sería el más destacado de cuantos intervinieron.
34º Festival Villa de Puente Genil
José Menese, Mayte Martín, La Macanita, Julián Estrada, David Pino, Luis de Córdoba y Fernando Terremoto (al cante). Manolo Franco, Juan Ramón Caro, Antonio Higuero y Manuel Silveria (al toque). Keko y su Grupo (al baile).
Dicen que en el contraste está el gusto y con la aparición sobre las tablas de Tomasa Guerrero, La Macanita, todos los presentes pudieron comprobarlo. Los mismos palos interpretados por La Macanita pusieron de relevancia el buen momento de la cantaora. Por este motivo la voz afilada de Tomasa vino a poner una nota de color a la noche.
Sin embargo, el público parecía estar esperando otras cosas. De hecho, la actuación del cantaor local Julián Estrada fue además de la más larga, la más celebrada por los asistentes. Tras lo cual se llegó al descanso, cuando el reloj marcaba las 2.45.
La segunda parte empezó con la actuación del bailaor Keko y su grupo. El cordobés tuvo una discreta actuación. Su mala coreografía y falta de plasticidad se erigieron en un pobre argumento para alguien que aspira a ganar el concurso de la Bienal para jóvenes valores.
El espectáculo se alargó demasiado con las actuaciones del cantaor local David Pino y un Luis de Córdoba que, de nuevo, demostró ser un maestro en la interpretación de la granaína y media granaína.
Así se llegó al final de la noche con la intervención de Fernando Fernández Pantoja, Terremoto hijo. El jerezano apuntó muy buenas cosas, sobre todo en la seguiriya y las bulerías.
De cualquier manera, no se puede querer montar, a la altura en la que estamos, un festival de seis horas, porque se corre el peligro de terminar degenerando en algo parecido a una verbena.
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