Buenos sentimientos

Desde hace año y medio me dedico a la educación de mi hijo pequeño. Las dudas me asaltan a cada momento y dudo sobre si estaré inculcándole los mejores valores. Hasta la semana pasada sólo tenía claro que los seres humanos deben dejarse guiar por los buenos sentimientos y que ése era el valor fundamental que debía tratar de transmitir. Pero ocurre que el pasado viernes leí en EL PAÍS unas declaraciones del ministro del Interior a Le Monde en la que nos pedía, literalmente, "¡basta ya de buenos sentimientos!". ¿Qué hago ahora? ¿Le inculco a mi hijo malos sentimientos?Para que no se me acuse de demagogo, diré que la frase completa del ministro fue: "¡Basta ya de buenos sentimientos!, nunca seguidos por hechos". Estoy de acuerdo, por primera y última vez, con el ministro. Sólo con una pequeña matización: ¿no sería mejor mantener los buenos sentimientos sin inmutar y proceder a cambiar los hechos?

Ignoro las razones ocultas que han propiciado esta explosión de nacionalismo hispano-europeo que subyace bajo la reforma de la Ley de Extranjería. Sólo sé que lo que se dice no es cierto. He podido leer en la prensa portuguesa que las mafias de inmigrantes han llegado a traer hasta 20.000 personas de la Europa del Este para trabajar en el Algarve en condiciones muy precarias y de forma ilegal. Me pregunto si el efecto llamada de la ley española también afecta a Portugal (donde no se ha reformado ninguna ley que pudiera provocar tal efecto) o si el dichoso fenómeno es una de esas mentiras colosales que acaban siendo verdad tras ser repetidas mil veces en los telediarios.-