Malvaloca

Un día como hoy, 13 de julio, pero de 1937, los delegados del II Congreso Internacional de Escritores Antifascistas abandonaban España rumbo a París después de una intensa y agotadora estancia de 11 jornadas en un territorio asolado por la guerra. Por primera vez, intelectuales de 28 naciones se marcaban un pulso con la Historia. La singular situación de España, el ambiente de guerra y el carácter de lucha que la envuelve hacen de ella el lugar apropiado para discutir los problemas que los intelectuales se planteaban por entonces. Y al decir "problemas", obviamente se estaba pensando en la actitud criminal del nazi-fascismo y su peligroso despliegue. Las sedes elegidas para el congreso eran significativas: Valencia, entonces capital del Gobierno republicano; Madrid, límite geográfico entre los dos ejércitos y baluarte de la resistencia; y Barcelona, capital de la Generalitat, especie de Estado asociado al Gobierno español. La sesión inaugural se celebró en la sala consistorial del Ayuntamiento de Valencia, abarrotada de público, y en cuyo estrado figuraba una pancarta con la estrella roja de tres puntas, símbolo del Frente Popular y de las Brigadas Internacionales, y los nombres impresos de conocidos defensores del antifascismo o mártires de la causa como Lorca, Leopoldo Alas, Luckas, Valle Inclán, Gorki o Barbusse. A partir de aquel día, los congresistas iban a ser testigos inmediatos de la barbarie que sacudía el país, pero también, paradójicamente o como simple dialéctica del hombre, de numerosas ofertas de diversión y de ocio. Los participantes en las jornadas podían optar a los seis teatros y diecinueve salas de cine con que contaba Valencia en aquellas fechas. El Teatro Alcázar, por ejemplo, ponía en escena Malvaloca, de los Álvarez Quintero, y en los cines era posible disfrutar con Shirley Temple, Spencer Tracy, Clark Gable y Mirna Loy, además de realizar una escapada para ver a Libertad Lamarque marcándose un tango en Alma de Bandoneón. Un tiempo de guerra y desamparo, pero también de esparcimiento. Una época donde el hombre de a pie o el intelectual se debatía entre el dramatismo y sus quimeras, entre la realidad y el deseo. Como ahora, como entonces, como siempre.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
Últimas noticias
Lo más visto
- Guardiola elimina la prohibición de que los jefes de servicio de la sanidad pública ejerzan en la privada y sube un 59% la derivación de pruebas
- Sin duchas ni camas adecuadas, y con obras en marcha: así estrenaron 30 niños extranjeros el centro de acogida de La Cantueña de Ayuso
- Los 50 mejores libros de 2025
- Rusia eleva la presión sobre la UE con una demanda para evitar que financie a Ucrania con sus activos congelados
- El jefe de la misión de rescate de María Corina Machado: “Fue una de las operaciones de mayor riesgo en las que he participado”




























































