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Reportaje:

La casa animada de Antoni Marí

Diez y media de la noche. Ojos cansados. Manos honrosamente sucias y mucha zozobra. El artista decide cerrar el taller y asciende la rampa hacia casa, que ya son horas. Da un beso de buenas noches a su hija, toma una ducha y se mete en la cama. Intenta descansar buscando la oscuridad de la noche, cierra sus ojos aunque la penetrante oscuridad no es tal: las chispas de la soldadura parecen cruzarla fugazmente.Y es entre esa oscuridad salpicada de luces relampagueantes cuando se le representa el hierro forjado sin forma, y en ese instante es cuando el escultor de Xàbia Antoni Marí confiesa resolver los jeroglíficos que se le plantean a diario, encargos de difícil concreción. "En esos momentos me viene la inspiración. Veo el esquema de la pieza y cómo ejecutarla en hierro forjado, a la antigua usanza, es decir a golpe de martillo". Al taller debe llegar con la idea preconcebida, explica.

Las manos de Antoni Marí suelen recrear animales y personas "y ahora también casas" que, aunque inanimadas, parecen tener alma. "Intento dotar a mi obra de carácter que para mí es la representación exterior del alma. A la gente le gusta creer que la obra tiene vida, y yo procuro sacar el mayor realismo, pero desde el carácter, no desde la forma". Marí tiene una breve pero intensa trayectoria profesional, pues aunque lleva desde los 14 años trabajando el hierro forjado, hace tan sólo cinco que decidió convertir su hobby en profesión; tenía 31 años. La obra que ya entonces le avalaba le abrió las puertas de la Dyhansen Galery, en el Soho de Manhattan. Después de esta exposición, se sucedieron otras en New Jersey, en la Unesco en París y en Burdeos, éstas últimas de la mano del diplomático de la Unesco Lucho Attenelli, amigo y responsable de que Marí convirtiese la escultura en una profesión: "Atenelli ha sido mi mentor y siempre está a mi lado". Tras estos intensos viajes el artista decidió concentrar sus esfuerzos en su ciudad natal, Xàbia, y Dénia, Valencia y Benidorm.

La escultura con la que el artista se siente más identificado es con su toro esquemático, con el que ha cosechado grandes éxitos. Si a Estados Unidos llevó toros, águilas, osos, burros y canes; en París comenzó a trabajar el cuerpo humano hasta que en 1997 recibió un original encargo por parte de un psiquiatra, plasmar en hierro forjado "la cara de la locura". "Tardé un año en vislumbrar la manera de realizarla", afirma.

A La cara de la locura, su primer "retrato", ha seguido el del abogado valenciano Nicolás Merle, que está ultimando. El artista se decanta por retratos esquemáticos. Le seguirán dos bustos más, el de Montserrat Caballé (por encargo del Ayuntamiento de Xàbia) y el de Pierre Cardin, para cuya galería de París prepara una exposición para el 2001.

Pero Marí acaba de embarcarse en un novedoso proyecto que consiste en sustituir elementos arquitectónicos de las viviendas por obra suya. El resultado ya es tangible: La casa de la parra, ubicada en la Guardia Park, Costa Nova de Xàbia. El artista ha levantado -con la colaboración de la constructora Pedro Sánchez, SL- una singular edificación con reminiscencias de las antiguas construcciones de Xàbia a las que caracterizaban el pórtico y la parra.

En esta casa un gigantesco parral de hierro forjado envuelve la propiedad, que asciende por la vivienda conformando el pórtico. En su techumbre y sobre la chimenea un par de cigüeñas, también obra del autor, han confeccionado su nido. En el interior, las escaleras de acceso al primer piso, de hierro forjado, simulan troncos seccionados por su mitad y que parecen sobresalir de la pared. Las vigas de la techumbre, imitando a las vigas de madera y la puerta de la terraza superior son otras muestras claras de en qué puede convertirse este material en manos de su autor: "He intentado imitar la textura de los materiales naturales, como en su día hizo Gaudí".

Otros artistas que le sirven de inspiración son Alberto Giacometti y Pablo Gargallo. Esto lo demostrará el artista en su próxima exposición, del 25 de mayo al 15 de junio en la Llotgeta de Valencia. La muestra recogerá una treintena de piezas, representativas de los campos que aborda, el figurativo y el abstracto.

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