EL PAÍS y la campaña electoral
Como tremendamente ilusionada votante de estas últimas elecciones y tremendamente descalabrada moralmente tras el batacazo del proyecto de una izquierda progresista y aparentemente unida, quiero manifestar mi consternación ante los artículos que se han publicado en su periódico estos últimos días.Soy fiel lectora de EL PAÍS desde hace mucho tiempo, no solamente porque posiblemente sea el mejor diario que se pueda leer en España, sino por las excelentes colaboraciones que de cualquier signo o ideología nos recuerdan que en nuestra sociedad plural existen numerosos puntos de vista que hay que considerar.
Ahora, lo que no me cabe en la cabeza es que, ante el fracaso electoral del PSOE, su periódico no haya tenido el valor de proponer un debate realmente crítico sobre este partido que a todas luces se ha desenganchado de los militantes, votantes y simpatizantes que le dieron un tirón de orejas en las dos (!!) anteriores elecciones generales. "Hemos entendido el mensaje", sonaba con música de violines de fondo, anunciando cambios y movilizaciones internas ante ese aviso. Han tenido que llegar previsiblemente hasta el fondo para, por fin, levantar la vista, sorprendidos. Y todo esto no se ha reflejado en su periódico, solamente el resto de una pálida crítica sobre unas explicaciones almibaradas a raíz de este desastre. ¿Dónde se ha quedado el espíritu imparcial y agitador que debe animar teóricamente la pluma de un buen periodista?
Por ello cobran mucho más valor, tanto por precioso como valeroso, las columnas que desde un ángulo perdido de las páginas de televisión (un destierro harto evidente, pero tremendamente animador por contraste) escribe diariamente Eduardo Haro Tecglen. Aunque sólo sea por ellas -y la del pasado martes, Perdón, perdón, perdón, es esa crítica que nos hacía falta a los huérfanos del pacto de la izquierda-, merece la pena correr al quiosco. En estos tiempos de incertidumbre, en los cuales su periódico y demás medios de comunicación de PRISA son los primeros afectados por esa velada censura que pende sobre ellos, son necesarios los periodistas animaconciencias-despiertamemorias que, como Eduardo Haro, nos agitan desde su rincón.- .
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