Djalminha, florituras y enfado
El talento de Djalminha volvió a ser referencia en el juego del Deportivo, aunque el ídolo de Riazor se marchó enfadado por su pronta sustitución tras una actuación plagada de acrobacias futbolísticas. El ocho del Deportivo es un caso extraño en el fútbol actual, cada vez menos condescendiente con los jugadores que buscan el espectáculo en estado puro. Pero Djalminha es diferente y ante el Madrid volvió a demostrarlo con acciones que siempre le sitúan al borde del ridículo o de lo sublime. Los espectadores de Riazor no daban crédito ayer cuando el brasileño reinventó una nueva suerte futbolística: la hombreta, según denominación propia, que consiste en enganchar la pelota con los dos pies y tirarlo con el tacón por detrás del cuerpo y hacerlo pasar por encima hacia adelante. Apenas unos minutos después el genio acompañaba su magia con la ejecución impecable de un golpe franco (el 2-0). Como suele ocurrir con Djalminha el partido va por un lado y él por el otro. Prefiere divertirse intentando hacer un caño a un rival, que afinar la puntería cuando hay que marcar un gol. Quizás por eso falló una oportunidad a bocajarro y acabó siendo sustituido, a falta de 20 minutos, por un entrenador tal vez ya algo cansado de su juego siempre al borde del abismo.
El público lo ama y ayer lo despidió con una gran ovación y silbidos para la decisión de Irureta. Paradojas del fútbol porque el ahora genio estuvo a punto de volver a Brasil antes de comenzar la temporada. Pero se quedó para convertirse en la estrella del Deportivo que encabeza la Liga. Sus polémicas con Irureta vienen de lejos pero parece que han llegado a un armisticio para soportarse mutuamente por mucho que el técnico vasco sufra un vuelco en el corazón cada vez que le ve hacer una diablura en el medio campo. Ayer para explicar la sustitución el entrenador comentó, en tono jocoso, "hice el cambio porque presentía que el Turu iba a hacer dos goles".
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