Pinochet

A propósito de la noticia de que el Gobierno británico va a dejar en libertad a Pinochet por razones humanitarias, me viene a la cabeza aquella campaña publicitaria para impedir el abandono de animales y no he podido resistir la tentación de parafrasearla: "Vamos a liberar a Pinochet. Recuerda: él no lo haría". Quizá sea el único consuelo que nos quede tras la caridad, no sé si mal entendida.- Pilar Sánchez Molina. Valencia. Con respecto a la liberación del general, senador vitalicio y presunto genocida y asesino -¿por qué no darle todos los títulos que le ha otorgado la vida?- Augusto Pinochet, me parece poco retributiva la reprimenda de unos cuantos meses de retención comparándola con los crímenes de que se le acusa. La piedad que él no mostró la muestran otros con él. Me queda el consuelo de que el deseo de justicia se ha hecho con todas las de la ley. El proceso contra el general ha sido impecable, con luz y taquígrafos, no con nocturnidad, culatazos y tiros en la nuca, ni con desesperación de sus familiares por no saber el paradero de su ser querido. La ironía de que haya tenido que certificarse débil y enfermo para librarse, temporalmente, del destino de enfrentarse ante un tribunal por todos los crímenes de los que se le acusa también ayuda. El valor que se le suponía que tendría de afrontar las consecuencias de sus actos no lo tuvo al final.

Me queda también la esperanza de que la transición chilena termine de manera ejemplar, como no terminó aquí por razones evidentes. Con perdón, pero con el verdadero, con el que se da tras haber sido capaz de desentrañar la verdad de la única manera posible, a través de un juicio justo. Sólo entonces las víctimas del dictador podrán dar, si quieren, el perdón que para el presunto asesino y genocida otros piden y que, curiosamente, él nunca ha requerido de su boca.- Enrique Olcina Juliá. Lorca, Murcia.