Una herencia de 30 años de construcción irresponsable

Una combinación de factores meteorológicos, ecológicos y sociológicos, y las mafías forjadas por constructores, políticos, gobernadores y alcaldes durante 30 años, explican las dimensiones de la catástrofe venezolana. Durante una semana de lluvia cayó el equivalente a la que cae durante un año en la misma región. Lo hizo sobre las costas caribeñas, caracterizadas por su vecindad con altas pendientes, abundancia de quebradas y riachuelos, suelos arcillosos inestables y la mayor concentración de habitantes."Lo que convierte el asunto en una catástrofe de la que tiene decenas de miles de muertos, miles de casas destruidas, barrios y urbanizaciones devastadas, pérdidas multimillonarias, daños incalculables en los servicios básicos, y esta sensación de desconsuelo ha sido la intervención humana en los ecosistemas de la zona afectada", subraya Alex Ferguson, director del Instituto de Zoología Tropical de la Universidad Central de Venezuela (ACV).

Sin esa intervención, los ríos, quebradas y riachuelos hubieran funcionado como drenajes naturales, permitiendo que la mayor parte del agua de lluvia terminara en el mar. Los deslizamientos de rocas hubieran sido amortiguados por la vegetación arbórea. "No tengo dudas acerca de que los estudios posteriores mostrarán que los mayores daños", agrega Ferguson, ""ocurrieron en aquellos sitios donde la vorágine urbanística y la irresponsabilidad de estos últimos 30 años, auspiciada por las mafias de la construcción y sus socios en las gobernaciones y alcaldías".

Desoyeron las advertencias de la ecología y el sentido común. Las construcciones ocuparon los lechos de los ríos de Vargas y una cadena de barrios marginales se asentó sobre las quebradas de Caracas, también barridas. Fueron causadas por una zona de alta presión situada en el Atlántico que mantuvo estacionado frente a los litorales de Venezuela, Colombia y Panamá un gran desarrollo de nubes cargadas de humedad.