Ser o no ser en Girona

Por los sueños de todo gran intérprete se ha paseado el Príncipe de Dinamarca. Hamlet, de Shakespeare, ofrece a cualquier actor la posibilidad de meterse en el teatro con letras mayúsculas. Lluís Homar aceptó el gran reto teatral y le añadió mayores dosis de responsabilidad asumiendo también la dirección. Su presentación en Barcelona, durante el festival Grec 99, no pudo librarse de las incidencias climatológicas -que obligaron a suspender una de las representaciones-, de los inconvenientes acústicos de toda representación al aire libre y de los nervios de cualquier estreno. La representación que la compañía de Lluís Homar ofrece hoy en el Teatro Municipal de Girona (22.00 horas) se verá libre de esos contratiempos y dará a Homar la posibilidad de conectar con el gran público, uno de los principales objetivos de su revisión de Hamlet. El actor advierte de que su obra se enmarca en la contemporaneidad y que ha rechazado tanto los modelos clásicos de fidelidad polvorienta como los de la falsa modernidad. El director y protagonista de Hamlet ha dejado en el cajón la declamación y la retórica que acostumbran a acompañar esta pieza. La voluntad de conexión directa con el público se expresa en la forma en que aborda el famoso monólogo, al que intenta descargar de su excesiva trascendencia existencial. El montaje permite apreciar la excelente interpretación de Mònica Marcos en el papel de Ofelia. La música de Carles Santos busca el contrapunto preciso a cada escena. La traducción de Joan Sellent, alejada de elitismos literarios, ha ofrecido en bandeja al actor el camino para hacerse con la sensibilidad del público. Aunque el gran mérito está en la obra de Shakespeare, capaz de representarse una y mil veces sin aburrir jamás ni a público ni a sus actores.- G. B.