La huida hacia adelante de Yeltsin
El objetivo inicial declarado de la intervención en Chechenia era establecer una franja de seguridad que evitase incursiones en otras repúblicas del Cáucaso norte y crear las condiciones que hicieran imposible nuevos atentados terroristas. Ya hay cordón sanitario. Un tercio del territorio checheno está bajo control ruso. El segundo objetivo no se ha cumplido. Para ello, según Moscú, hay que liquidar las milicias. Algo imposible sin la conquista de la república secesionista.Las posiciones militares rusas son inestables. Si las tropas se quedan donde están, serán blanco fácil de las tácticas guerrilleras, en las que los chechenos son expertos.
La retirada es impensable. Aunque se intentase dar la impresión de que se había dado una lección a los bandidos, el resultado sería la consolidación de la independencia.
Una guerra como la de Kosovo, basada en los ataques aéreos y artilleros, no doblegará a los chechenos, pero la huida hacia adelante está llena de riesgos. Para tomar Grozni no bastaría con tirar bombas. Ese esqueleto de ciudad casi no lo notaría. Haría falta un asalto frontal. Pero, entonces, los milicianos volverían a salir a la calle y plantarían cara a la infantería y a los tanques enviados por Moscú.
Aunque el Ejército ruso, poco motivado, no sea ni la sombra de lo que fue, probablemente no se repetirían los errores que causaron una derrota humillante en la guerra que concluyó en agosto de 1996. Pero incluso una victoria resultaría muy costosa y se mediría en centenares, si no miles, de vidas rusas. Un precio demasiado alto en plena campaña electoral.
Aún más, aunque se tomase Grozni, la guerra no habría acabado. La última línea de defensa chechena está en las montañas inexpugnables del sur y del este. Y fue desde allí, no hay que olvidarlo, desde donde los combatientes chechenos lanzaron ya una vez la operación de reconquista.
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